No matéis nunca jamás las ilusiones de los niños y las niñas ni su imaginación a la hora de jugar y soñar.
Los hábitos no hacen ni a los monjes ni a las monjas; pero los hábitos sí hacen a los escritores y a las escritoras.
Para poder ser eternos es necesario no crecer nunca más allá de la sana juventud de nuestros cuerpos ni de nuestras almas.
Me gusta sobre toda la última frase, me gusta muchísimo, en cuánto a la primera… se ve que tú no has jugado al parchís con las hijas de mi amiga… !sujetan el dado las muy cabronas! y cuentan de más o de menos según les convenga, mueven las fichas… vamos, que son unas cabronas, pero no seré yo quien mate sus ilusiones de ganar, aunque tampoco quiero que ellas maten las mías, así que… si quieren ganar con trampas que ganen a otros, con no jugar con ellas tengo bastante.
Déjalas que hagan trampa jajjja nocturna, déjalas
besos
Si, claro que las dejo, pero a otros, a mí no, que yo también quiero ganar, y también es bueno que aprendan a perder, que luego la vida es muy perra.
Lleváis razón las dos… pero Nocturna tiene derecho a no dejarse ganar siempre. Recuerdo que cuando yo era niño por supuesto que me dejaba ganar muchas veces hasta que dije… ¡basta ya!… ¡yo también quiero saber lo que es ganar en los juegos! (Me refiero a los juegos de las chapas y no a los deportes). Jajaja. Lleváis razón las dos pero es bueno, algunas veces o por lo menos en las veces más trascendentales, no dejarse ganar.