Siento que nos estamos moviendo en una novedosa crisis educativa. Hoy, escucha a un alto cargo de Educación, que desconocía el valor de una educación sin la expectativa de utilidad. ¿Cuánto tiempo dura una formación? ¿Qué valor tiene lo que actualmente es materia de enseñanza? Quizá estaba reflexionando con claridad desde los números, desde las posiciones políticas, pero no tocan suelo. Estamos muy lejos de una formación clásica, al estilo Griego, y mucho más de una conceptualización basada en la unión de un humanismo unido a la visión científica, tan necesaria para comprender el universo y la vida.
Se nos queda atrás las diferentes visiones del ser humano, los matices, las culturas, las herencias que han quedado en el tiempo y que generan futuro. Los educadores…los enseñantes…los profesionales de la educación…Creo que toda una terminología de esta naturaleza comienza a confundirse, habitan en la crisis compulsiva de un mundo que genera sucesivas cadenas de progreso.
Reinventar la educación, como necesidad social, puede ser una reflexión importante.
No ha cambiado el ser humano en su contexto específico, pero si debe enfrentearse a readaptaciones sucesivas que van desde la expericiaplurifamiliar a los cuestionamientos de su necesidad de identificarse con un grupo. Consumir es una fórmula saciante. Vivir la dimensión de una “educación formandora y coherente” incluye todo lo bueno del progreso, pero no puede rechazar la importancia del cómo y por qué hemos logrado llegar hasta aquí.Ante la posibilidad de que el conocimiento reemplace a las experiencias naturales y que el beneficio de lo humano se sustente en la agresividad y en la competencia…no sabría muy bien qué fortalece mi sentir y qué aumenta mi inquietud.