Qué duro es enfrentarse a un folio en blanco,
a la espera de que suene una canción desesperada,
a la llegada de alguien que no llega,
a la de un tren que no alcanza tu destino…
enfrentarse a una espera a lo que ha de acabar ahí.
Una espera a lo que ha de acabar ahí donde estás,
esperando algo,
esperando a alguien.
Y… silencio, no hay más que silencio,
mirando a un lado y otro,
mirándote a ti,
Y… vahos en las esquinas oscuras
rezumando soledad…
las esquinas oscuras, silenciosas, vacías, húmedas…
con hueco para alguien más.
En medio del desafío.
observando otro mundo indiferente.
El folio en blanco y el frío
indiferente a cualquier piedad.
La mirada perdida
y alguien
que no asoma por ninguna esquina,
y el tren que no llega,
y las notas de una canción que no suenan.
Qué duro es enfrentarse a un folio en blanco,
que no espera nada de ti,
a una canción que no se sacia por ser escuchada,
a alguien que no desea verte,
a un tren que no hace parada,
a una espera larga y vacía…
a una espera en compañía de tu sombra
acostumbrada a los vahos y las esquinas oscuras.
Qué duro es todo esto y sin embargo me entretengo.
Me entretengo haciendo barquitos de papel
en un banco a la intemperie,
en mitad de la noche,
sin la certeza de nada,
sin la convicción de los sabios,
ni la angustia de los que no lo son,
ni la desesperación de algunos,
ni la tristeza de otros.
Qué triste es enfrentarse al blanco de la vida
y de las frases no dichas o por decir,
al blanco de la ausencia
de las esquinas húmedas,
a la espera de la espera,
al silencio de las vías de la estación
de un inminente y largo invierno.
Qué duro es enfrentarse a un folio en blanco
que no espera nada de ti
y sin embrago me entretengo
con la mirada perdida
en un barquito del papel
en el que hubiera escrito
tu nombre.
(Un folio en blanco bis)
Qué duro es enfrentarse a a una vida entera,
a la espera de que ocurra algo inesperado,
a la llegada de alguien que no llega,
o a la de una felicidad que no alcanza tu destino…
enfrentarse a una espera a lo que ha de acabar ahí.
Una espera a lo que ha de acabar ahí donde estás,
esperando algo,
esperando a alguien.
Y… nada, no pasa nada,
ni aquí ni allá…
ni a ti,
como si a todo le fueras indiferente.
Y… vahos en el alma
rezumando soledad…
en el alma, silenciosa, vacía…
con ganas de conocer a alguien.
En medio del desafío.
La vida en blanco y la maldad de algunos
indiferente a cualquier piedad.
Y ya me da igual
y alguien que no conoces nunca,
y la felicidad que no llega,
y y algo inesperado que no te ocurre.
Qué duro es enfrentarse a una vida entera,
que no espera nada de ti,
a una sorpresa que no quiere sorprenderte,
a alguien que no desea verte,
a una felicidad que no te quiere.
una espera larga y vacía…
una espera en compañía de tu sombra
acostumbrada un alma vacía.
Qué duro es todo esto y sin embargo tengo ilusión,
tengo ilusión en la vida
incluso donde hay maldad,
en los peores momentos,
sin la certeza de nada,
sin la convicción de los sabios,
ni la angustia de los que no lo son,
ni la desesperación de algunos,
ni la tristeza de otros.
Qué triste es enfrentarse al blanco de la vida
y de las frases no dichas o por decir,
al blanco de la ausencia
del alma vacía,
a la espera de la espera,
al silencio de la llegada de la felicidad
de una vida larga.
Qué duro es enfrentarse a una vida
que no espera nada de ti
y sin embrago tengo ilusión
y me da igual
porque quizás la tengo
de que llegues a la mía.
Folio en blanco… !alma de poetisa anclada en la espera de la llegada!. !La llegada!. Y ¿a qué llegada se refiere el folio en blanco?. A la llegada de todo. A la llegada de ese esperanza que está escondida en alguna sombra, en alguna esquina, en algún tren que no llega… pero… al final… siempre la espera nos produce la inquietud. Y la llegada llega en frases tan completas como las que has escrito.