Ambiente de fiesta en la ciudad. Un roble en ébano de oro, que sabe llegar a lo alto, charla continuamente conel revoloteo de una alondra. Debajo del roble, Damián, ajeno a la fiesta, sufre el dolor del desengaño. Ha sido traicionado por Rosa, la de los impulsos de ventarrón, la del rostro de perla polifuncional, la que se ofreció a hacerle seguro, afectivo, radiante. !Pero no!. !Todo ya se acabó!. Rosa, con toda su fibra y expresión de eternidad, le ha traicionado miserablemente y ha salido bruscamente de la vida de Damián. ¿Y ahora qué?. Mientras hay ambiente de fiesta en la ciudad ¿dónde queda la alegría de Damián?.
Sueño incumplido. Después de llegar a lo alto, allí donde la alondra da vueltas alrededor de la copa del roble, Damián apura la última copa de su desengaño y su corazón está ahora a ras de tierra, hundido en la frialdad y zumbándole en la conciencia negros y sagaces desatinos.
!Deseo morir!. !Quieor matarla!. !Voy a sucidiarme!.
Damián se levanta de la sombra del roble, abandona su escena de amargura y dolor y se encamina a su Toyota del 2002. Piensa un momento. Después se introduce en el automóvil y acelera camino de las afueras de la población. Va meditando e introduciémndose nuevamente, cada vez más, en el dolor del recuerdo de la traición de rosa. !Deseo morir!. !Quiero matarla!. !Voy a suicidarme!.
Es demasiado joven Damián para comprender que en la vida un amor no es suficiente por muy sublime que éste sea. El se siente, sin embargo, acabado, roto, sin futuro. Sometido a la tiranía y al escarnio del amor de Rosa ya no tiene ningún sentido seguir vivo. Llega al borde a lo profundo del bosque. Ve una encina. Saca la soga. Hace el nudo. Se sube al capó del Toyota. Coloca la soga en una rama. Se pòne el nudo alrededor del cuello. Salta. !Y entra en un profundo vacío!.
Pero no… todavía no muere Damián. La rama se ha roto con el peso y yace casi asfixiado en el suelo. El sol le inunda de color su rostro. Despierta. Ni la muerte le quiere a Damián Y enrtonces reacciona. Se quita la soga del cuello. Sube al Toyota. y se lanza hacia la ciudad para introducirse en el ambiente de fiesta. Quizás, con la señal de la soga en su cuello, ha comprndido que aún le falta mucho por sufrir y que aún tiene la esperanza de superar el sueño