Cuando me hice dibujante…

Había aprendido, yo entonces, la técnica que Ella empleaba para diseñar dibujos con los que expresar significados, significantes y toda su exhuberante creación de ideas simplemente dibujando líneas y, sobre todo, algunas curvaturas que otras para equilibrar todo el escenario con unas simetrías compuestas de paralelismos, equidistancias cortadas de vez en cuando y, de vez en cuando también, líneas parabólicas que yo introducía para dar mayor profundidad al mensaje.

Aquellos dibujos, de bar en bar, me servían para adornar de magia mis pensamientos. Claro que todos mis pensamientos giraban sólo en torno a Ella, mi jovencísima esposa, y los dibujos me servían para comenzar, cada vez con más entusiasmo y profundidad, a ser partícipe personal del Arte de las Expresiones Vivas.

¿Cómo concebía yo que la existencia se componía de líneas a veces cortadas y con vértices más o menos equidistantes de las curvas y las parábolas o en forma de semicírculos y semiplanos para tener siempre los espacios abiertos?. Era muy fácil. Simplemente me había fijado en cómo dibujaba Ella. Así todo lo sencillo era fácil de explicar a quienes, aún viéndolos con sus propios ojos, no se lo podían creer. Y es que en el equilibrio perfecto existe ese saber dotar a cada parte de las servilletas de papel una armonía.

Quizás para los experimentalistas del Arte que saben dibujar esto sea un imposible. Pero es que precisamente el Arte de las Expresiones Viva es hacer posible todo lo imposible buscando lo más parecido a lo perfecto. Bastaba con saber tomar sólo una copa nada más o una sencilla cerveza con gaseosa, encender un cigarrillo sin fumar… y el resultado era siempre un dibujo diferente. Pero al final todo el conjunto de aquellos dibujos de lo imposible convertidos en realidades perfectas eran la conjunción de sus ideas (Ella) con mis ideas (Yo). Algo así como un cruce de idealismos fáciles de llevar al mundo del Arte. Y nada de abstraccionismos confusos e incoherentes de esos que tanto aplauden los críticos que, en realidad, no saben dibujar; sino dibujos con naturalidad espontánea nacidos de la geometría infantil.

Si a eso le añadimos la Poesía siempre en movimiento constante de las semilíneas, los semicírculos y las semiparábolas… resulta que los dos somos enteramente compatibles. Ella (Liliana o Lila que de las dos formas la nombro) es mi pareja perfecta.

3 comentarios sobre “Cuando me hice dibujante…”

  1. No se me ha olvidado, abuela. Simplemente es que chavala o chavalilla son nombres abstractos y genéricos y los demás son nombres concretos y particulares. Jejeje. Gracias por tu aclaración y por eso lo aclaro.

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