Una de esas tardes
en que uno anda distraído con sus penas,
sentado en el parque,
viendo pasar la vida,
pienso en el joven que fui.
Qué patéticos son
los últimos años de nuestra existencia.
Estamos condenados a ser
esa caricatura de si mismo
que es el viejo.
La vida va dándonos la vuelta,
como se daba a los abrigos
en la posguerra.
Me despiertas el siguiente pensamiento, Canci: Doy la vuelta a mi vida y soy siempre quien fui. Por eso sé que sólo tengo 18 años nada más… que ya es bastante por cierto…
Hola Canci,
los ultimos an;os y todos deben ser de alegr’ia si no no es vivir.
Saludos afectuosos.
Un hastío tan persitente que debe buscar una salida; quedarse allí Es ahogarse…