la chavala de Heliópolis.

Durante el año de 1962 se escuchaba, al caer la tarde, siempre la voz del vendedor ambulante de periódicos en la calle madrileña de Alcalde Sáinz de Baranda. Era inconfundible su voz: “¡Informaciones, Pueblo, Madrid! ¡Informaciones, Pueblo, Madrid!. Entonces era cuando mi padre, totalmente ya despierto de las siestas, me mandaba a comprar urgentemente un ejemplar de aquellos periódicos antes de que el vendedor se fuera de la zona demarcada como “La Oportunidad”. Yo la llamaba la zona de “La Oportunidad” porque la lectura de los artículos de prensa de aquellos periódicos (mientras mis hermanos estaban en la inopia) me ponían al diía en cuanto a los sucesos más importantes de la época. Yo solo era un adolescente pero me sobraba inteligencia para darme cuenta de lo que leía.

Por eso me enteré de que, como últimos coletazos de los Procesos de Nuremberg contra nazis implicados en las masacres contra los inocentes -que se habían celebrado en los años de 1945 y 1946- alguna vez se “cazaba” a algunos de ellos todavía ocultos en diversos países. Por eso seguí, con mucho interés -repito que mis hermanos estaban en la inopia- el juicio contra Karl Adolf Eichmann, un teniente coronel de las SS, nazi por supuesto, que había sido el responsable directo de la llamada solución final contra los judíos y de los transportes de deportados a los Campos de Concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Fue, además, uno de los principales responsables del Holocausto y por eso, una vez descubierto en Argentina, fue entregado a Israel. Como estuve siguiendo el caso con gran interés -insisto en que mis hermanos estaban en la inopia- me enteré de que fue el 15 de diciembre de 1961 cuando se celebró dicha entrega. Y que, tras el correspondiente juicio por crímenes contra la Humanidad, un tribunal judío israelí, le condenó a morir ahorcado. La ejecución se produjo el 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla.

Después, al año siguiente, toda la familia nos trasladamos de domicilio y no fuimos a vivir junto al Estadio Manzanares del Atlético de Madrid, cuyo campo todavía se estaba edificando mientras seguían los colchoneros jugando en el Estadio Metropolitano, muy cerca de Cuatro Caminos. Y fue en algunos de aquellos nuevos meses de mi vida cuando descubrí lo de la chavala egipcia del Barrio de Heliópolis. Buscaba chico con quien ligar. Vi su foto y me resultó muy agradable y quizás una posible solución interesada de acabar muy pronto con mi soltería porque el Barrio de Heliópolis es uno de los más lujosos que están cercanos a El Cairo. En el anuncio del periódico venía hasta su dirección completa. Después de pensarlo durante algunos días, con la inquietud dentro de mi corazón pero con el alma tranquila, decidí no escribirle porque por allí había nazis de las SS escondidos.

Era mejor seguir buscando ligues con otro tipo de chavalas más atrayentes en todos los sentidos… aunque tuviera que renunciar a una boda “por interés” y perdí una oportunidad de tener mucho dinero casándome con ella. Decidí, una vez más, que “no existe en el mundo dinero para comprar los quereres porque el cariño verdadero, el cariño verdadero, ni se compra ni se vende” y el único Heliópolis que me interesaba era el campo de fútbol del Real Betis Balompié. Así que seguí enamorado de mi Princesa. Gracias le doy a Manolo Escobar por su ayuda.

3 comentarios sobre “la chavala de Heliópolis.”

  1. Autocomentario: Nos falta helio en las polis sabiendo que el helio es necesario para vivir y las polis son las ciudades griegas transportadas, a lomos de esclavos, a Egipto. Por eso descubrí la verdad.

  2. Ya lo leeré y lo comento… Está larguito y entre tantas cosas que tienen los días. Y entre tantos otros textos que se llevan el protagonismo de esa cronología Que…..

  3. Hola, Juanjo: la Cronología es lo que vivimos cada día y que luego, cuando lo recordamos, nos sirve de guía. (Me parece que es una buena o, al menos, aceptable definición).

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