Ayer escuche su voz
Y le hable en tono muy alegre
Pero mi voz fue un eco sin rebote,
No tuvo sentido buscar una excusa para conversar,
Porque su tono era bajo y esquivo, como si le diera pena hablar conmigo o como si ya no quisiera escucharme,
Entendí que ese era el fin,
El triste final de una persona que significo el mundo en un momento, y que ahora le importas nada en un instante.
Percibí en esos minutos en los que solo yo hablaba, solo yo quería expresarme y solo yo quería saber del otro, que con el tiempo , poco importa lo especial que pudo haber sido, todo llega y todo pasa, y todas las personas olvidan o dejan de sentir..
De manera inesperada la llamada se cayo, y no encontré el sentido en reiniciarla, para que? Para que importunar? Para que incomodar? Recordé esas palabras de mi querido maestro chente, aquel hombre de cabellos blancos que me tendió la mano en mis primeros pasos hacia el mundo, recordé cuando me dijo: “quiere a quien te quiere” “lucha por lo que sientas que tiene un sentido”; y nuevamente chente acertó, su consejo trascendió en el tiempo.
Si esto lo vieran tus ojos, me gustaría que entendieras que aunque las cosas obviamente no son iguales, no puedo dejar de ser agradecida, y siento que hasta que me muera agradeceré haberte conocido “mime”, porque me ayudaste a vivir una etapa muy importante y me tendiste la mano cuando mas lo necesite, gracias, aunque ayer entendí que ya no es lo mismo gracias, aunque poco importe porque todo pasa, gracias, aunque sea el fin, que mi silencio se interprete en agradecimiento,
Y quiero que sepas que estoy muy feliz porque hayas logrado tu sueño, aquel que en las madrugadas de tragos comentábamos con Iban.. Lo lograste y eso me llena de orgullo y alegría. Siempre estaré y siempre cuenta conmigo para lo que sea.
Pero como se que esto no lo leerás, o quizá lo leas dentro de muuuuucho tiempo, prefiero decir, gracias Dios, por cada paso, cada instante y cada momento, nadie llega a nuestras vidas en vano, hazme un instrumento tuyo siempre, perdona lo malo, fortalece lo bueno, amen.
Pues llevas razón pero todo fin es un principio. Lo digo tal como es.
Comienzas con un “ayer escuché tu voz” y terminas con un “hazme instrumento tuyo siempre, perdona lo malo, fortalece lo buen, amen”. Yo te puedo decir que todo el contenido de tu texto es una voz fortalecida. Por eso afirmo que todo fin tiene un comienzo. Nuestra voz no muere, Chinita2, nuestra voz no muere.