Dicen que el silencio, es el amigo que no traiciona,
Pero tú silencio es sido el enemigo que más me hiere,
amargos han sido los amaneceres, vacíos y fríos,
Húmedas las noches, al igual que mi almohada,
Ya no hay tiempo para mi, tampoco disposición,
Parece como una venganza del destino,
Como una rebelión del desamor que está harto de mí,
Harto de estar a mi lado siempre, soportando mi tristeza,
Como un soldado en guerra me mata de forma súbita,
Y yo me niego a morir…
Lo amo y no lo sabe,
me duele y no lo siente,
lo extraño y no le importa,
lo estimo y no me cree…
Pero soy guerrera,
me niego a morir,
Sobrevivo en las tinieblas,
y se que después de la noche llega el día,
resplandeciente y luminoso,
y otra realidad sera…
Muy buen texto, Chinita2, porque llega a profundizar bien en el ánimo de los lectores. A mí me encanta mucho ese final de “y sé que después de la noche llega el día, resplandeciente y luminoso, y otra realidad será…” porque estoy totalmente de acuerdo con que la verdadera realidad de todos nosotros y nosotras no es que nos amen o no nos amen de manera circunstancial sino que, en lo esencial, alguien nos ama profundamente. Sólo tienes que levantarte una mañana y mirar al sol. Sus rayos te hablarán de esa vida que tanto admiramos quienes escribimos sobre los sentimientos. Yo nunca dejé que el olvido me venciera. Quizás esa sea una forma de poder triunfar si manejas muy bien los tiempos de tu vitalidad. Un abrazo amistoso. Muy buen texto.