El es imprescindible siempre buscando una forma de revolución, su cabello negro lacio demuestra la más grande insignia de rebeldía; sus ojos esconden un gran misterio, al final de su mirada hay un tesoro y para llegar a el se tiene que caminar por el largo sendero cristalino y solemne de su inocencia su piel cubre la monótona y aburrida apariencia de la infelicidad, sus labios besan el triste recuerdo del amor, sus manos derrochan ardientes e intrépidas caricias de ilusión y por sus venas corre la sangre indeleble y melancólica agonía de una sonrisa enigmática que provoca en su ser las más tiernas y profundas lagrimas de desilusión; pero aun a si su boca suelta una embriagante y encendida risa que deja desprender las ansias infinitas de alcanzar su más preciado sueño y la ilustre expresión de su cara y de su alma al presenciar el adiós del sol despeja en mi cualquier duda que hubiese tenido al pensar que no os parece en lo mas mínimo al niño rubio, curioso y sonriente que cuido celosamente a su flor y que ahora duerme profundamente en el yerto, yerto en el cual silenciosamente ríen las estrellas y lloran los poetas.