Curiosa época veraniega ésta de los días del Potax. Servicio Militar Obligatorio ya cumplido. Vuelvo sabiendo que ya puedo enfrentarme contra los mejores. Así que elijo rival. Camilo José Cela me lleva mucha distancia pero es ahora o no es nunca. Curiosa soledad acompañada. El Chino Mandarino ya sólo es un lejano recuerdo. Pero me queda el Potax y una madre amorosa que no tiene ningún reparo en dejármelo a huevo. Y es que el Potax tiene huevo. Antes de entrar en la pelea me leo de un tirón su “Viaje a La Alcarria”. Poca cosa. Acabo de descubrir que puedo vencerle con gran facilidad y en su propio territorio gallego. El de Iria Flavia no está tan lejos como yo creía. Si aprovecho y acelero en las curvas le puedo batir. Y monto en mi Lexicon y arranco al rebufo de los más grandes. Comienza mi “Galicia a través de sus ríos” mientras Chester me mira con insistencia y el Potax no se lo regalo a nadie.
Es más fácil de lo que en principio parecía ser. El gallego Cela se ha olvidado de algo fundamental: que yo no sólo soy tan genial escritor como él sino que utilizo la doble marcha del periodismo de investigación. He le leído su “Viaje a La Alcarria” y he descubierto muchas lagunas por donde le puedo meter mano para adelantarle en las curvas que él cree dominar (machista habemos) pero de las que no conoce ni la quinta parte de lo que conozco yo. Me refiero a las curvas peligrosas; esas curvas donde ´él derrapa continuamente y se cae mientras yo afianzo mis gomas duras, le rebaso y me alejo hacia la victoria final. “Galicia a través de sus ríos” (en el propio terreno de su pequeña patria) me sirve para demostrar que Camilo José Cela no es imbatible; al menos para un chaval que ha vuelto del Servicio Militar Obligatorio con ganas de comerse todo el Potax que le pongan por delante. Y así hago en estas tardes dominicales donde estoy a solas, manejando mi Lexicon como Dios me da a entender, y con los ojos de Chester fijos en mi y en estas manos que no dejan de meter más gas a la máquina para doblar a Camilo José Cela por la mitad, por el eje axial de su propia Iria Flavia o como quiera llamar a su pueblo de Padrón. Mi pueblo no es más que mi patria literaria y mi patria literaria no tiene fronteras. Así que mientras voy escribiendo mi “Galicia a través de sus ríos” sin dejar de devorarme todos los Potax que mi madre me regala ante el silencio de mi padre y la admiración de mi abuela materna, no sólo doblo a Camilo José Cela en la batalla por triunfar en los libros de viajes sino que me da tiempo a sacar a pasear a un Chester siempre inquieto pero que sabe que nunca le voy a fallar.
Curiosa soledad acompañada ésta de los días del Potax. Los recuerdos infantiles se reconvierten en presencia juvenil por los ríos y las rías gallegas. Me dan incluso ganas de reír viendo como “Viaje a La Alcarria” se queda cada vez más diluida cuando más gas le meto a mi Lexicon. Mi pilotaje le pilla de sorpresa a Camilo José Cela. Dia tras día, soledad de fin de semana tras soledad de fin de semana, mi “Galicia a través de su ríos” se desborda por todos sus límites y, ya rotas todas las fronteras, saco a pasear a Cheste, me como todo el Potax entero y meto todo el gas que puedo a la Lexicon. Rebaso a Camilo José Cela tanto por el interior como por el exterior, siempre huyendo de su lenguaje escatológico y superándolo con un lenguaje limpio, a manera de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y hasta Miguel de Cervantes Saavedra que son para mí puntos de referencia a la hora de seguir lanzado hacia la meta.
Curiosos estos días del Potax, luchando a cara descubierta contra un “Viaje a La Alcarria” que se queda rezagada muy por detrás de mi “Galicia a través de su ríos”. Y es que mi afición por los flanes me da la fuerza necesaria para meter todo el gas que puedo a mi Lexicon con la Literatura y el Periodismo unidos por la misma mano de escritor. Cuando llego al final me doy cuenta de que Camilo José Cela no es tan imbatible sino que se puede demostrar que un libro de viajes puede ser mucho más interesante, ameno y divertido que su soso “Viaje a La Alcarria” si a la sal literaria le añades el azúcar del periodismo. Termino mi “Galicia a través de sus ríos” mientras los Potax van cayendo, uno tras otro, cada fin de semana en soledad pero acompañado de un setter irlandés totalmente fiel que tiene su recompensa con “Chester color canela”. Y al olor de la canela, enfundo mi máquina Lexicon y me doy un garbeo por los barrios castizos de Madrid como si nada hubiese ocurrido.
Mi abuela materna: ¡Que maravillosos recuerdos! ¡Y además verdaderos! Tu “Galicia a través de sus ríos” sí que mola mientras escucho la gramola. ¡Jajaja! ¿Y pensar que es verdad? Ni Camilo José Cela te llega a la altura de tus rodillas. Y es que me parece que ese tal Camilo, por mucho que dijera y hablara, se puso de rodillas demasiadas veces para que le publicaran. Cosa que tú ni has hecho ni haces jamás. ¡Por eso vales un imperio estando en pie que es mucho mejor que valer un nobel arrodillándose!
Gracias abuela. Nunca me he arrodillado ante ningún editor ni pienso hacerlo jamás. Quizás hasta llegue muy pronto el día en que alguno de esos editores se arrodillen ante mí para ofrecerles algo que editar. Tiempo al tiempo, abuela. Yo ya recibí un Premio Nacional de Ensayo completamente en pie y sin arrodillarme ante nadie; cosa que es muy dudoso en el caso de Cela por mucho que dijera y que hablara.
Mi abuela materna: Además del Potax y de El Chino Mandarín,que ya has citado, no te olvides de Flanby, Fruco, Royal, Maizena, Dhul, La Lechera, Reina, Tudim, Danone, Sveltesse, Brullet, Katita, Danette, Asturiana, Trini, Pascual, Colun, Pronto, Vitalinea, Toay, Clesa, Dulciora, Savia, La Yaya, Jello y también Franco…
Jejeje, abuelita. Tomo nota.