Quito. Acabo de triunfar con mi obra teatral “El Juicio de José” cuyo autor soy yo, ayudado como Dios manda por la chavalilla con la que estoy casado. Y como acabo de triunfar con mi obra (mi obra y no de Barahona como intenta decir este tipejo), Alvaro me pone en contacto con las monjas del Colegio Femenino de los Sagrados Corazones de Rumipamba (en la ciudad de Quito). Ellas están buscando a un autor teatral que sea capaz de narrar en tres únicos actos (Planteamiento, Desarrollo y Desenlace) toda la historia de su Congregación, desde sus inicios hasta la época actual. Es un verdadero reto y lo asumo. Y lo logro. Y vuelvo a alcanzar otra vez el triunfo. Y me pagan al contado y sin ninguna clase de reparos. Para que aprenda Barahona cómo se escribe un guión, de lo cual no tiene ni puñetera idea (como sucedió con “Amigos para siempre”), y cómo se paga a un gran guionista. Estoy hablando de “Nunca morir”. Las monjas no tuvieron duda alguna. Si me eligieron a mí es porque confiaban en mí. Ni las defraudé ni ellas me defraudaron. Trabajo cumplido trabajo bien pagado. Y dejemos ya esas historias de las obras planas o las obras picudas; porque cuando una obra está magistramente bien escrita lo único que vale es el talento. Tanto sabes tanto vales, Barahona. Para que aprendas un poquito, aunque solo sea un poquito, de cómo se llevan a cabo las escenas de la vida llevadas al Cine y al Teatro. Abur que que quiere decir lo mismo que agur (para que sepas algo que desconocías). Y de paso se lo cuentas a José María, Álvarez (el segundo pastor de la Comunidad), Franklin y tus dos compinches José Gordón y Alvarito Correa. A ver que te dicen ahora todos ellos cuando ya no hay intereses de dinero de por medio. Cuéntales y cuéntate a ti mismo. ígnoro de los ignorantes, que no os necesito a niguno para demostrar lo que valgo. Sólo de lo debo a Dios y a mi bella Princesa.