Alcantarilla. Murcia. No nos da miedo Javier. Nuestra ONG (hoy MUAD) no necesitaba para nada ni a Javier ni a todos los que eran como Javier. Una cosa es Castillo y otra cosa muy diferente y mejor (por ser superior) es Del Castillo. Y más si a Del Castillo se le suma De Julián Del Arco y Del Real. Por eso no nos importaba que Javier nos quitara su apoyo. Ni lo necesitábamos ni lo hemos necesitado jamás porque nuestra fuerza proviene de Dios. La época de los caramelitos hace mucho tiempo que la dejé atrás y ahora (2007) me gustan los bombones. Así que no me arrepentí ni me arrepiento de haber escrito “En el principio era Nada” ni “La plaza de las palomas” porque si a Javier no le gustaban mis cuentos (que no los escribía para él por cierto) a mí no me gustaban sus jaculatorias. Estábamos sólo de paso y nos fuimos hacia adelante.
Ya conocía yo a Alcantarilla como la palma de mi mano y le anuncié a Carlita que si Javier la negaba formar parte del coro, Jesucristo le daría miles de oportunidades de cantarle mucho más y mucho mejor. De Castillo a Del Castillo existe mucha diferencia. Y la envidia no se combate con la ira sino con la serenidad que da el tiempo. El tiempo ha cambiado. Nosotros no. Seguimos siendo los mismos pero con más canciones en nuestro repertorio. Y Carlita es Carla llena de Fe y Felicidad. Los caramelitos para quienes los necesiten. Yo prefiero los bombones y de eso tengo en abundancia. Y es que no es lo mismo la pasta que el pastel. Alcantarilla. Murcia. 2007. Y siempre después de Jesucristo para que no haya duda alguna. No necesito teologías de principiante para saber a qué Dios estoy sirviendo y cómo es ese Dios al que sirvo. Y, a la hora de la verdad, entre Castillo y Castillejo, por ser un gran escritor, prefiero las metáforas, antítesis y perífrasis de Don Bartolome. Las jaculatorias de Don Javier no me llenan ni un zapato. Así que la alegría no se la borraron del rostro a mi princesita por mucha envidia que les diese a alguien que no quiero señalar. Adiós. Cierro el Diario y me voy a dar una vuelta por los rosales por ver si las flores siguen abiertas. Y es que de flores sé un mogollón.
Por cierto ya no soy un humilde inocente porque hace mucho tiempo que mi cupo de humildad, entre silencios traidores, dolores callados y soledades injustas, se rebasó de tanto ser humilde. Ahora he dejado de ser humilde solamente para ser normal; nada más que normal. La humildad está muy bien para los pastorcitos y para los cachorros. Yo ahora ya soy un león y por eso leo tanto y escribo con Liberación después de leer gracias solamente a Jesucristo. A lo mejor me estoy refiriendo a la Biblia o lo que deduzco de leer la Biblia. Amén.