Julia Amparo detuvo el jeep ante el único cafre que encontró en el camino; el cual quedó ensimismado y con todas sus hormonas calientes y bien despiertas en cuanto la vio tan hermosa y tan excitantemente provocativa, vestida con la camisa ajustada a su escultural cuerpo y aquellos pantalones cortos que la hacían tan apetitosa.
– Por favor, caballero… ¿voy bien para Durban?
– ¿Quién es usted?
– Soy española.
– ¿Qué quiere decir española?
– Que he nacido y vivo en Madrid.
– ¿Qué quiere decir Madrid?
– ¡Venga ya, cafre! ¡Basta de tanta ignorancia y tanta falta de cultura! ¡Soy extranjera! ¿Vale?
– No hace falta chillar. Nadie nos está oyendo.
– ¡Si cree que chillo por tenerle miedo se está equivocando del todo! ¡Cuidado conmigo que soy mucho más peligrosa de lo que parezco! ¡He liquidado ya a muchos como usted!
Al cafre Emboma le tembló el labio inferior…
– Esto… ¿cómo se llama en la realidad?…
– ¿Es que es usted de esos que creen que las mujeres tenemos un nombre real y otro imaginario?
– Eso es. Creo en el vudú.
– ¡Pues a mí el vudú sólo me produce risa nada más que oigo hablar de él! ¡Me llamo Julia Amparo Estébanez De las Iglesias de Madrid.
A Emboma le dio un ataque de risa…
– ¡Jajajajaja!
– ¿De qué se ríe usted?
– ¡Me ha hecho gracia su nombre! ¡Yo me llamo Emboma!
– ¡Jajajajaja!
– ¿Por qué se ríe usted ahora de mi nombre?
– ¿De verdad se llama Emboma o es en broma?
Emboma se encolerizó momentáneamente.
– ¡¡Con mi nombre no acepto bromas ni risas ni cachondeos!!
– ¡Pues yo con el mío tampoco así que estamos empatados como si yo fuera del Real Madrid y usted del Barcelona!
– ¿No le da miedo hablar con un desconocido cafre como yo en este lugar tan solitario?
– No se confunda conmigo, cafre. ¡Sé defenderme mejor que Bruce Lee en “Puños de Fuego”!
– ¡No sé a qué o a quién se refiere pero tengo que avisarla que mi nombre completo es Emboma Ilianifaxi Nociomo y la advierto de que tengo tanta fuerza que valgo por tres!
– Pues yo le advierto que tengo un ángel que vale por diez.
– ¡Eso sí que no me lo creo!
– Pues si lo quiere ver de verdad suba a los asientos traseros del jeep porque dentro de media hora tengo una cita con él en el Shaka Marine.
– Si eso fuese verdad… ¿cómo se llama ese ángel? ¿Tal vez San Miguel? ¿Tal vez San Gabriel? ¡Jajajajaja!
– ¡Por supuesto que soy cristiana y no un cafre pagano como usted, pero mi ángel de la guardia es mucho más terrenal de lo que usted y los que son como usted creen. Se llama José Laguardia Casas, es vizcaíno y por eso algunos le llaman Peporro y otros Josechu el Vasco! ¡Y no se le ocurra atacarme a traición porque este aparato que tengo junto al volante es una cámara que está emitiendo imagen y sonido desde que le he visto a usted y él está al tanto de todo loque sucede o pueda sucederme camino de Durban! ¡Por eso hablo tan alto!
– Pero… ¿se puede saber que tiene ese tal Peporro o Josechu el Vasco contra los cafres?
– Él respeta a los cafres porque los considera seres humanos iguales que los demás seres humanos pero no soporta a los que se comportan como cafres, especialmente contra las mujeres, los niños y los ancianos. ¡No es lo mismo ser un cafre que portarse como un cafre!
Él sabe distinguir esas cosas y sabe de la diferencia que hay entre ambas.
Emboma subió a la parte trasera del jeep…
– ¡Vamos para el Shaka Marine! ¡Ardo en deseos de combatir contra él!
– No es parejo pero si usted así lo prefiere será peor para usted.
– ¿Tan fuerte es ese ángel?
– Ya le he dicho que si usted vale por tres él vale por diez y por eso le hago saber que no es parejo.
– ¡Pues deseo combatir con él porque usted está intentando meterme miedo!
– Si usted no me pone para nada la mano encima dese por vivo pero si intenta atacarme dese por muerto. ¡No soporta a los que se comportan como cafres sean cafres o no sean cafres! ¡No tiene prejuicios étnicos pero cuida a las personas que confiamos en él!
– ¿Está usted casada?
– Todavía estoy soltera pero para usted y los cafres como usted ya estoy casada.
– No lo entiendo. ¿Está soltera o está casada? ¡No puede ser las dos cosas a la vez!.
– Si usted fuera un hombre educado y culto le permitiría que me llamara Julita pero como usted es desagradable cien por cien y veo que no respeta a las chicas llámeme, por favor, Señora de Araujo.
– Por si no lo sabe tengo una novia llamada Bedejusa.
– ¿Y por qué no está con ella ahora?
– ¡Porque me la han impuesto nuestros padres por compromiso social pero no la amo nada de nada y es feísima se la mire por donde se la mire!
– ¿Y por eso asalta y ataca a las extranjeras?
– ¡No voy a caer en la trampa de decir nada de eso! ¡Tiene ese aparato encendido y yo no soy tonto!
– Así que usted se casa por dinero…
– ¡Exacto! Las mujeres sólo sirven para ser compradas o para ser vendidas.
– Menos mal que no todos los hombres pìensan como usted.
– Porque no todos los hombres son sinceros.
– De acuerdo. No todos los hombres son sinceros: pero algunos se comportan como cafres y otros como personas.
– ¿Qué piensa usted qué es mejor, uno que se comporta como un mentiroso o uno que se comporta como un cafre?
– No me interesan ni los unos ni los otros pero, al menos, los mentirosos dejan lugar para que podamos imaginar la realidad mientras que los cafres no nos dejan ni vivir. No prefiero a ninguno de los dos auqnue hay mentirosos que son hasta simpáticos pero, por supuesto, rechazo por completo a los que se comportan como cafres. Prefiero a quien se comporta como un ángel sin dejar de ser un hombre.
– ¿Un ángel como ese tal Peporro?
– Dudo mucho de que usted pueda comprenderlo. Entre Josechu el Vasco y usted existe el gran abismo que hay entre tener personalidad o no ser ni tan siquiera una persona. ¿Qué es usted además de un cafre que se comporta como un cafre?
-¡Soy violento pero soy sincero!
– Baje el tono de su voz porque no soy sorda ni me va a producir miedo hablando a gritos. Usted miente, Emboma, usted miente para ocultar su complejo de inferioridad en este mundo de una Sudáfrica que avanza hacia su desarrollo y su progreso. Es violento pero no es verdadero y, por no ser verdadero, es más mentiroso que quien vive de manera inofensiva. No merecen la pena los personajillos como usted para crear la familia humana…
– ¿A qué viene ahora hablar de filosofía en estos momentos?
– No soy filósofa ni tampoco eso que está usted pensando porque sólo sabe pensar en el sexo cuando ve a alguna mujer que le agrada sin sentir ni tan siqueira el más mínimo amor hacia ella. Sólo he venido a Sudáfrica para hacer fotografías.
– ¿Es usted de verdad una fotógrafa profesional o solamente de esas turistas que nos fotografian para luego pavonearse ante sus amistades diciendo que han estado viviendo unas vacaciones inolvidables?
– No tengo nada en contra de quien hace forotografías para recordar los momentos que ha vivido en algún lugar de este Planeta, pero confieso que soy una fotógrafa profesional y que hago fotografías para venderlas a las revistas que buscan materiales originales e inéditos sobre la manera de vivir y el comportamiento ancestral de las tribus antiguas.
– Pues para fotografiarme a mí en plena acción de cafre debe usted pagar un precio…
– ¿Un precio? ¿A qué precio se refiere usted?
– Si destruyo a ese “Supermán Español” que dice usted que la protege ya sabrá a qué precio me estoy refiriendo.
– ¡No me haga reír, Emboma! ¡Le veo hasta patético! Mucha grasa en sus músculos pero muy poco espíritu en su cerebro!
– ¡Se equivoca! ¡Los espíritus están conmigo!
– No hablo de los espíritus en plural sino del espíritu en singular. Ese espíritu que diferencia a los hombres valiosos de los hombres que no valen nada. ¿Me está entendiendo, Emboma?
-¡Emboma Ilianifaxi Nociomo! ¡No me olvidará jamás!
– He olvidado a muchísimos hombres mil veces mejores que usted y no me estoy refiriendo al sexo.
– Si usted va de santa por la vida, no comprendo para qué se arregla tanto para estar tan sexy…
– Porque mi Dios me lo permite como símbolo de liberación.
– ¡Mis dioses son superiores al suyo! ¡En mi mundo la libertad se gana o se pierde en las apuestas! ¡Y eso la hace más interesante!
– Habla usted de libertad pero no sabe ni lo que es la liberación.
– ¿No es lo mismo?
– No es lo mismo ni tampoco se parecen lo más mínimo.
– ¿Está intentando liarme para escapar de su responsabilidad ante mis deseos?
– ¿Es por eso por lo que quiere combatir contra mi ángel protector?
– ¡Va usted comprendiendo!
– ¿Y si pierde el combate?
– ¡Entonces seré un cafre indigno de serlo! ¡Lo peor para un cafre es que los demás miembros de su tribu le falten al respeto, lo que supone faltarse al respeto a si mismo y ante los dioses! ¡Una triple vergüenza!
– ¡Entonces le prometo que si combate será usted un cafre tres veces indigno!
– ¡Eso no ocurrirá jamás!
– ¿Y si ocurre?
– ¡No podré soportarlo!
– ¿Quiere decir que se quitará la vida?
– Quiero decir que, si pierdo, la vida ya no tendría ningún sentido para mí. Si pierdo me convertiré en esclavo puesto que ya mi dignidad no la respetará nadie. Pero si gano seré muy importante.
– ¿Y a eso lo llama usted realización personal?
– ¡O esclavizas o te esclavizan! ¡Esa es la realización personal de un cafre como yo! ¡No existe el término medio!
– ¿Se está refiriendo a las relaciones entre los hombres y las mujeres?
– ¡Sigue usted comprendiendo!
– Pues se equivoca conmigo, porque si quiere estar esclavizado yo no admito a quienes no me gustan para que formen parte de mi servicio. No entiendo esa ley.
– ¡Es la Ley de la Naturaleza! ¡No vaya usted contra ella!
– Según dijo Cicerón, “la justicia no espera ningún precio, se la acepta por ella misma”.
– Pues ese hombre se equivoca. La justicia tiene que tener siempre un precio para que pueda ser plenamente justicia. ¡Y usted es el precio!
-Hay algo que los cafres como usted, sean del país que sean, olvidan por completo. No lo entenderán jamás. Me estoy refiriendo a que el sexo no hace gozar si está falto de una ilusión que se llama amor. Muchos hombres lo han olvidado porque son incapaces de sentirlo.
– Eso me parece demasiado ilusorio.
– Sé que para quienes nunca han llegado a ser hombres completos lo de la ilusión del amor les es insuficiente porque desconocen lo que es. Simplemente no saben amar por más que experimenten con unas y con otras de esas mujeres que no valen para auto valorarse lo más mínimo. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Emboma se pierde en el limbo de la incomprensión y decide cambiar de tema porque no sabe cómo seguir…
– ¿Cuántas fotografías ha tomado usted?
– Soy muy selectiva. No tomo fotografías para tener muchas sino para tener las más importantes. He tomado tantas como copas de licor toman algunos para poder olvidarnos.
– ¿Tal vez 24 por las 24 horas del día?
– Tal vez. Efectivamente he tomado 24 pero no sólo por las 24 horas que se pasan ustedes tomando alcohol para olvidarnos sino porque tengo 24 años de edad y he tenido la isnpiración de tomar una fotografía por cada año que he cumplido de vida.¿Le dice a usted algo el número 24 que no sea pasar todo el día tomando alcohol para olvidar su impotencia? ¿Quizás le dice algo sobre sus sentidos emocionales?
-¡¡No entiendo nada!! ¡Para mí es tan sólo un período de años nada más! ¡Me da lo mismo el 24 que el 42!
– Pues para alguien que conozco yo muy bien tanto el 24 como el42 tienen mucho que ver con sus recuerdos pero a la inversa.
– ¿A la inversa?
– Sí. Pasando del 42 hasta llegar al 24. ¿Le parece escaso mi repertorio?
– Lo más insólito es que, siendo usted tan joven, se dedique a este oficio…
– Quizás sea porque a los 16 me quedé encantada…
– ¿Encantada a los 16 años de edad?
– Sí. Posiblemente por causa de un chaval de 18.
– ¡¡Sigo sin entender nada!!
– Usted no es Peporro y por eso no lo puede comprender. Cosas de Pablos nada más.
– ¿De Pablos? ¿Quiénes son esos Pablos?
– Asuntos de juventud cuando alcanzamos la cima. Solamente eso.
– ¡No existe forma alguna de poder comprenderla!
– Entonces deje ya de hablar porque no sabe ni a lo que me estoy refiriendo.
– ¡Yo soy un cafre! ¡Y pasaré a la historia de mi tribu cuando el eco de mis hazañas con las mujeres extranjeras sean la sombra de mi propia historia!
– Me lo imagino. Eso de atacar por todos los medios posibles a las hembras que encuentran en sus caminos les convierte en héroes de sus cortas inteligencias. Posiblemente eso de la sombra a la que se refiere sea que tiene ya muy cerca a la muerte. Me parece que no le va a dar tiempo para pasar a la historia de ninguna tribu.
– Lo acepto. Soy muy corto de intligencia pero no la necesito para dar el salto a la fama. ¿Qué opina usted sobre esto?
– Verdadera basura. Sólo opino que esa manera de ser es nada más que verdadera basura.
Emboma entró en una extraña nostalgia taciturna; also así como si fuera una sombra de sí mismo.
– Hice un pacto con la fornicación para ganarme el respeto de mi tribu. Soy devorador de mujeres y devorador de familias enteras.
Ella guardó silencio…
– ¡Conseguiré ser mucho más todavía cuando, señorita Julia o señora de Araujo o como quiera que la llame, usted sienta el dolor de los siniestros cascabeles de mi locura!
– Su infantilidad me produce solamente misericordia, Emboma. Ni tan siquiera tiene gracia para ser simpático. Permítame que me ría por dentro porque por fuera es usted patético del todo.
– ¡No reirá usted cuando sufra el distanciamiento y ya nada pueda ser igual que antes!
– Para conseguir eso tendrá que derrotar a mi ángel guardiían. ¡Ya hemos llegado!
En el Shaka Marine había un verdadero ambiente de fiesta.
– Parece que su ángel salvador se ha olvidado de la cita.
– No es cierto. Aquí estoy en presente. ¡Hola, Amparo!
Una mano firme se había posado en el hombro derecho de Emboma quien sintió como siuna descarga eléctrica recorrieta todo su cuerpo y, al darse la vuelta, se sorprendió de que aquel joven risueño fuese el “supermán Español” del cual ella le había hablado.
– Me decepcionas. ¿Por qué la llamas amparoen lughar de llamarla Julita? ¿Eres un desamparado? ¡Vaya desilusión!
– Para contestar a eso me tiene que permitir participar de la tertulía. ¿Puedo sentarme?
Juoia Amparohizo un gesto para que Josechu se sentara al lado de ella. Emboma observó que aquel tal José Laguardia Casas, el vizcaíno, no expresaba ninguna sensación de miedo ni de temor alguno y que, con total naturalidad, se sentó paraseguir hablando…
– Cuando a una mujer se la trata como se merece una dama lo que somos es caballeros. ¿Es usted un caballero?
-¡Emboma! ¡Me llamo Emboma Milinifaxi Nociomo! ¡Y como estás viendo físicamente valgo por tres!
– Valer físicamente por tres no significa, en este caso tan singular, nada más que ser tres veces bruto.
– ¿Me estás llamando cafre?
– He escuchado lo que habéis estado hablando durante el trayecto y, por eso, estoy llamándole salvaje que se comporta como un cafre en lugar de comportarse como una persona. ¿Así que usted cree que esta noche va a dormir con Julia Amparo en contra de la voluntad de ella?
-¡Pues sí! ¡En mi tribu se llama botín de guerra!
– ¿Aunque ella no esté de acuerdo con serlo?
-¡La voluntad de las mujeres sólo son el eco de la voluntad de los hombres!
– ¿Eso lo ha leído usted en algún libro de frases célebres o es una majadería más de la ignorancia y la incultura que, además, se basa en el vudú para cometer crímenes contra la humanidad?
-¡Me decepcionas por completo, chaval! ¡Pensaba que de que verdad eras fuerte!
– La fuerza bruta es el lenguaje de los más impotentes, de aquellos que sean de donde sean se comportan como cafres; pero, en este caso el veredcito final no va a darlo la fuerza bruta…
– Dudo que sepas lo que estás diciendo…
– Entonces se lo voy a aclarar del todo para que no siga dudando. Ser cafre no es ningún pecado, pero comportarse como un cafre es indigno de un verdadero hombre. ¿Ha entendido bien la diferencia, Emboma Ilianifaxi Nociomo? ¿Cuánto cree que vale Julia Amparo? ¿La fuerza bruta de tres hombres violentos o la serenidad de un joven valiente?
– ¡Hablas como un rechazado!
– Cuando una mujer te rechaza es porque te valora demasiado.
– ¡Eso no tiene lógica!
– ¿Tiene lógica obligar a una mujer a que te acepte en contra de su voluntad?
– ¡Es la Ley de la Fuerza!
– ¿Y no sabes ya que la fuerza bruta sin inteligencia siempre conduce al fracaso?
– ¡Quiero demostrarte lo contrario!
– ¿Y cómo lo vas a hacer?
– ¡Combatiendo contra ti!
– Gracias por llamarme inteligente.
– ¡Te lo estoy diciendo de verdad!
– ¿Quieres quedar desprestigiado delante de los tuyos?
– ¡Al contrario! ¡Cuando te derrote mi prestigio ya no tendrá límites!
– En ese caso… que empiece el baile…
Todos despejaron la sala para dejar un espacio libre donde el bruto cafre y el joven español midieran sus fuerzas. Y, efectivamente, comenzó el baile. Emboma Milianifaxi Nociomo inició un desenfrenado baile diabólicomientras, mientras expulsaba babas por la boca, alrededor del joven José Laguardia Casas; pero, siemrpe que arremetía co0ntra el español, Emboma caía estrepitosamente al suelo sin conseguir dar ningún golpe; luego volvía a levantarse, magullado por la caída,e iniciaba de nuevo el baile entre conjuros de vudú pero el resutlado era el mismo. Emboma caía continuamente, una vez tras otra, estrepitosamente al suelo y se levantabacada vez más magullado y algunos huesos desu cuerpo ya rotos; seguía bialando y lanzando sus feroces ataques pero cada vez más adolorido y cada vez las caídas eran más estrepitosas; hasta que después de unos largos quince minutos de combate quedó totalmetne extenuado en el suelo y ya no pudo levantarse más.
– ¿Te ha servido para algo la coleccióni de fotografías?
– Me van a servir para mucho y parapoder ganar algún premio que otro; pero aún me va a servir de mucho mástoda esta batalla que he estado grabando con mi móvil.¡Ha sido sensacional!
– Me alegro por ti y por tu futuro.
-¿Nos vamos ya?
– Nos vamos ya si no deseas seguir amplaindo tu colección.
-Tengo más que de sobra con las 24 y esta sorpresa que ni yo me esperaba.
Al salir de Shaka Marine, Julia Amparo se dirigió al derribado y destruido Emboma…
– Te avisé de que no era parejo, Emboma. ¡Justo lo contrario de lo que tú creías!
– Olvida si es justo o no es justo. En realidad es como un nene calvo nada más. Puede ser que lo haya comprendido o no lo haya coprendido pero no es mi trabajo educar su mente ni las mentes de quienes son como él. Los nenes calvos no me proecupan en absoluto. Que les eduquen sus mamás si es que están a tiempo de ser educados.
– Supongo que sí lo habrá comprendido.
– Supongo. FIN
Un fantástico y genial ejemplo de novela distópica (que puede llegar a ser película de este género) es mi obra titulada “Will” (y perdonen que me auto promocione pero es la moda).