23 de febrero de 2006-02-23
Son las ocho de la mañana y estoy desayunando en una chocolatería de la calle Mayor. Tomo el bolígrafo y escribo en mi diario: hace exactamente 25 años (un cuarto de siglo ya) que la transición española desde el franquismo a la plena democracia estuvo a punto de ser aniquilada por un golpe de estado militar. Hacía 25 días que, a causa de la descomposición interna de la UCD el entonces presidente de Gobierno, Adolfo Suárez González, había presentado su dimisión como tal y ahora estaban los diputados celebrando la investidura del nuevo presidente, Leopoldo Calvo Sotelo. Eran días en que los actos atentatorios de algunos grupos ultraderechistas y el incremento del terrorismo de la ETA y los GRAPO estaban agravando peligrosamente el panorama de la transición política de España. Yo estudiaba tercero de periodismo en la Complutense de Madrid.
En ese atardecer del 23 de febrero de 1981, mientras los diputados de la nación se encontraban en el Congreso, un grupo de 200 guardias civiles dirigidos por el teniente corone Antonio Tejero, asaltaron dicho Congreso. Estábamos los estudiantes en la aulas y los pasillos de la Facultad cuando oímos por la radio disparos de metralletas que se producían en el hemiciclo de dicho Congreso y algunas frases que alguien cambió por aquel célebre ¡sientensén! que tantos chistes desató entre la población española días después de pasado el susto. Susto había en los pasillos de la Facultad. Todos queríamos saber qué estaba ocurriendo. De pronto se dio la orden de desalojar el edificio. La Universidad cerraba sus puertas. Me fui caminan do hasta la Moncloa, cabizbajo y pensativo porque veía cómo se venía abajo mi sueño infantil de ser algún día periodista. Me había costado mucho esfuerzo llegar hasta las aulas de la Universidad y ahora un señor con tricornio y gruesos bigotes estaba a punto de tirarlo abajo.
Me acerqué al Congreso. La policía había acordonado el lugar donde los militares rodeaban el edificio. Un elevado número de personas observábamos desde las calles adyacentes. Después, por la televisión, pudimos presenciar el drama que se estaba desarrollando dentro del hemiciclo. Tejero y sus seguidores apuntaban con las metralletas mientras los diputados se escondían bajo los asientos. Manuel Fraga Iribarne estaba desorientado. Santiago Carrillo con el rostro estupefacto. El general Manuel Gutiérrez Mellado se defendía valientemente resistiendo al intento de zancadillearle que le estaba forzando un guardia civil para derribarle al suelo. Sólo el expresidente Adolfo Suárez salió en defensa de Gutiérrez Mellado.
Aquella noche un alto mando militar (el general Jaime Miláns Del Bosch) había sacado los tanques por la ciudad de Valencia. Veíamos por las calles valencianas a los tanques pasear. Los teléfonos de los altos mandos militares y civiles sonaban de un despacho a otro. Se hablaba de un Elefante Blanco que era el verdadero impulsor del golpe. Se sabe hoy que este Elefante Blanco era el general Alfonso Armada.
Toda la noche continuó el drama. Se les permitió a las damas salir del Congreso (una de ellas porque estaba embarazada) y hubo una entrevista entre el general Armada, el también general Aramburu Topete y el propio Tejero. Mientras tanto, el líder ultraderechista García Carrés era detenido…
El rey de España se pronunció a favor de la Constitución y en contra del golpe militar. Poco tiempo después algunos guardias civiles que habían participado en la irrupción armada en el hemiciclo se iban rindiendo y entregando sus armas mientras salían por las ventanas del piso bajo del Congreso. Tejero y los que estuvieron con él hasta el final también depusieron sus armas y se entregaron. El golpe militar había fracasado. Quedaban entonces muchas preguntas por contestar… pero la Universidad volvió a abrir sus puertas como si nada hubiera ocurrido y yo volví, al día siguiente, a tener la alegría de sentarme, dentro del aula, junto a Nieves, que entonces era una compañera d estudios que me tenía el corazón hecho polvo. Luego llegarían Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar y Zapatero…
Ahora estoy desayunando chocolate con churros en la calle Mayor mientras planeo acudir a la biblioteca a tomar algunos apuntes sobre literatura de la Antigua Mesopotamia. Algo muy simple. Tomar chocolate con churros y estudiar literatura sumeria es algo ahora totalmente sencillo y natural pero pienso que si Tejero hubiese triunfado, si la involución hubiese detenido todo el proceso democrático de España hace 25 años, ¿qué podría haber ocurrido en la historia posterior de nuestro país?. ¿Sería sencillo, simple y natural tomar chocolate con churros y visitar la biblioteca con enter alibertad?. Quizás sí o quizás no…
Observo a algunos niños de muy corta edad jugando en la plaza. Son seres humanos que entonces no habían nacido. Nada saben de aquellos sucesos históricos de la España de la Transición. Mis hijas sólo los conocen por las breves líneas escritas de sus libros escolares de Historia de España y ahora mismo por el amplio despliegue que han resucitado las cadenas televisivas sobre aquel acontecimiento. Yo no conocía entonces a la que es hoy su mamá ni tan siquiera sabía de su existencia porque ella era una quinceañera que vivía a miles de kilómetros de distancia del Congreso de los Diputados de Madrid.
Hace ya 25 años de todo esto. Un cuarto de siglo ya. Fraga, Carrillo, Tejero… son hoy ya ancianos. Termino mi chocolate y me preparo para ir a la biblioteca mientras me entero, por una conversación en el café, que Adolfo Suárez González, el primer presidente español tras la época de Franco, vive su triste tragedia personal de la demencia senil y no recuerda quien fue ni que fue lo que sucedió aquella noche de los tricornios. 23 de febrero de 1981. Esdrújula fecha de la Historia de España a la que quizás habría que escribir añadiéndola el grafismo de un acento circunflejo.
N OTA.- Muchas hipótesis se han escrito sobre aquel intento de golpe de estado. Los analistas e investigadores dicen que el CESID de los agentes secretos, muchos altos cargos militares, la CIA, Ronald Reagan e incluso el propio Rey de España conocían con anterioridad de todo ello y que este intento de golpe militar fue anticipado por los “espontáneos” de Tejero para evitar otros dos golpes mucho más duros que se estaban gestando entonces: el de unos intransigentes coroneles fieles a la memoria de Franco (que querían incluso acabar con la Monarquía) y el que Miláns del Bosch tenía preparado (pero respetando a la Monarquía). Se dice, incluso, que Juan Carlos I estaba en un principio de acuerdo con el golpe militar para salvaguardar su Corona. ¿Qué hay de cierto en todo ello?. Incógnitas que poco a poco se van desvelando…