La Locura no piensa, ni es pensada.
En torbellino se impone a las palabras;
gesticula.
Amanece entre mañanas casi eternas
para pregonar la grandeza de lo imposible.
Locura que llama a la puerta de los seres generosos,
de los utópicos soñadores de lunas de colores,
de artistas del barro, de la piedra…
arqitectos de catedrales de papel de fumar.
Por eso la Lucura es la clave de todo acto
que se impone a la racional madurez de los invictos.
Siendo el Sol su morada…
¡abrámonos a su esperanza poderosa!
Un comentario sobre “Elogio de la locura”
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Adelante Grekosay: si el mundo viviese esa clase de locura a la que tanto miedo tiene de enfrentarse, seguramente el mundo estuviese verdaderamente viviendo. Pero… !Cuánta muerte hay en la realidad de las falsas lucideces!.