Sabía que vendrías sola
frente a frente
sin tapujos ni corbatas,
sabía que vendrías fuerte, muerte,
no por el último beso, esta vez
a charlar solamente.
Te estaba esperando,
escudriñando
palabras verdaderas
para estar a tu altura,
aún, como tantas veces
quedé muda, muerte,
en tu presencia,
ensimismada en tu color,
hundida en tus ojos
tristes, quietos, negros,
querida compañera
y ahí, en ese vacío imperceptible,
insoportable,
me confesaste tu único fracaso:
-La palabra escrita
siempre,
me ganó la partida-.
Preciosa partida de la vida tranmutada en muerte esa de la palabra escrita. Es profundo ese sentir que lo quieto es el vacío imperceptible que se llena de charla confesada y que siempre viene ella como el último beso de todas y cada una de nuestras noches.
Me gustaría saber de verdad lo que sientes…
Sólo te puedo decir: “hablar de muerte de esta forma hace mas grande la vida…”