Las palabras despiertan con nosotros, se muestran presurosas en el pensamiento como si fueran necesarias para explicarnos el nuevo día. Observo que hablamos demasiado, como si consumir palabras formara parte del consumir de todo los lodemás y las palabras son lo que nosostros somos, pues estamos definidos por esos vocabularios. Sobran, muchas veces, explicaciones, descripciones, artilugios compulsivos para rodear la verdad de una cerca de media verdades. Las palabras se disparan en nuetra voluntad de imaginar, impulsar en nosotros un espíritu de megalomanía. NI todos alcanzamos el Polo, ni todos damos la vuelta al mundo. Después de hablar nos olvidamos de loq ue decimos, como si las palabras se hubieran quemado en una hoguera de vanidades. Es la depreciación del verbo, el adjetivo como personalidad destacada, la conjunción “y” la más próspera y catenaria. El silencio, tampoco está ausente de palabras, nos conduce a presentirnos, nos indica que la urgencia del decir no sólo nace en la boca, sino en el corazón y en la razón. Las palabras se van haciendo extrañamente vacios semánticos, arquitecturas fonéticas que juegan a pronunciarse y a entonarse. El hablar forma parte de lo que somos; semos lo que seamos…hagamos crecer los hermosos frutos del decir en verdad.
4 comentarios sobre “Ese momento, cuando acaba el día.”
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Admirado compañero. Toda verdad lleva implícita una Palabra mayúscula que surge de la Razón y atravesando el Corazón se plasma en Expresión. La Comunicación Humana se transforma en Verbo Creador cuando estamos inmersos en ese hermoso quehacer de decir palabras verdaderas. Un abrazo, excelente amigo.
Cuando acaba el día es cuando verdaderamente nos damos cuenta de que somos y seremos siempre palabras hechas vida.
Gracias Carolina:
Hestoy atravesando un período de “cierto dolor”. Me sosiegam comentario como el tuyo, porque es, en esa tarde, cuando…toda la verdad espera a que el Sol, deje su altivez. Gracias.
Gracias Diesel:
NO he podido ampliar este comentario. MI momento “nescafé” anuncia una intensidades duras y algo dolorosas. Pero es en la palabra donde todo reposa, y el mismo dolor también posee su antónimos. Una vez más tu confianza y fidelidad en este página son un valioso tesoro.