De Frida conozco muy poco, sólo sé lo que cuentan, loq ue dicen lo que pudo ser. Frida asume el dolor y lo convierte enformas, en pintura, en borrachera y en amor delirante y tierno. En la coherencia de una mujer, se mezclaron los sentimientos del hombre, de la libertad como camino, de la sequedad causado por un accidente. Su dolor es su vida. Su vida es la extrema solidez de quien sobrevive al qué dirán, al hierro matador, al profundo estigma de ser crucificada y torturada hasta la muerte.
De ella siempre he presentido la necesidad reveladora de ser vegetal, pero agarrado a la tierra, mamando de las entrañas de la sequedad misma del desierto. Todo su dolor es talento para definir, para definirse, para establecer una búsqueda total de su realidad como ser. ahí triunfa Frida, en su encuentro con la verdadera “identidad humana”: supo quien era y por qué era y lo aceptó.
Su imagen alcanza el mito y forma parte de la conciencia colectiva, donde ni es santa ni es vírgen, sino MUJER, con mayúsculas y ser LIBRE, con más mayúsculas.
No me gustan los ejemplos que se imponen en la vida para seguir su senda. No quisiera sufrir tanto como Frida, ni pintar como ella, ni amar como ella, ni odiar como ella. Me queda com la profunda sensación de que estuvo lejana en mi infancia, desconocida en mi juventud y, ahora, en mi madurez, he tenido la suerte de saber que ha existido. Con eso me es del todo suficiente.