Recordé como llegaste a mí aquél día de una húmeda primavera , ese día en el que de una pincelada cambiaron el limpio azul del cielo por un gris denso y opaco.
A cambio me dejaron tus ojos, tan azules como el que borraron del cielo, tan transparentes, como el agua del cristal que ahora miro.
Tus ojos, que en más de un momento me hicieron enloquecer. Enloquecer de felicidad.
Era un placer mirarse en ellos, reflejarse en ellos, penetrar en ellos, cerrarlos suavemente con mis labios e imaginar que ocurría en esos momentos tras los aterciopelados párpados.
Cualquier cosa.
Podía ocurrir cualquier cosa .Desde un viaje al fondo del alma hasta una risa desbordante de ternura jugando con mis anhelos.
Nunca he vuelto a encontrar unos ojos como los tuyos. Posiblemente porque ninguno de los que he encontrado te pertenecían.
Nada como tú. Nadie como tú.
Te amé tanto……
Detrás de un amor hacia las miradas internas de ojos que nos subyugan puede pasar cualquier cosa, Morgana, !hasta vivir enloqueciendo de una felcicidad irracional que es la mas racional de las felciidades!. El placer es así de profundo. Como la mirada…
“No hay mayor placer que el de encontrar un viejo amigo, salvo el de hacer uno nuevo.” (Kipling)
Saludos compañero voremista