Anoche me senté en un banco,
cansada,
y dibujé en susurros mi nombre.
Anoche me senté tranquila,
Soñando,
Y olvidé tu nombre.
Se me olvidó el pasado
aun con los puños apretados
se me olvidó el ayer.
Así una espina
redonda
como ninguna
en el perdón.
Anoche me senté en un banco
cansada
y leí perpleja
en el renucio de tu alma.
Acaricié tu pelo,
tu frente
y vi tu imagen como
ninguna.
Anoche paré al miedo
huido de mi
trás mi paso rendido.
Me llamaste,
lo sé…
lo hiciste.
Me llamaste y fui,
y volé
y encontré una rosa
en el cauce de tu río.
Y descansé en ti
en tu permiso,
en tu pecho,
dormido
sin saber de mi.
Y entonces desperté
con mi libro caído
y páginas mojadas por el
rocío.
¿Y tu?.
No habían huellas,
ni perfume,
ni respiro sosegado
al verme.
No….
Y miré al cielo,
y te llamé bendito
por los sueños de
Un querer.
Muy bonita tu expresión de presencia en una ausencia inolvidada. Ese quehacer dual de lo hallado y lo no encontrado respira siempre en el ánimo de cualqueir ser humano que, como tú, hace del sueño un querer. Un beso, NASIA…