Ella levantó los brazos para que Nicolás pudiera quitarle la blusa que llevaba puesta. Se apresuró a cerrar los ojos, sintiendo, ahora solo con la piel, las manos ásperas y grandes de el, contrastando con su delicado contorno de princesa. Terminó de recorrerla entera, bajando y subiendo con sus manos y su rostro, besándose, hundiéndose, calcinándose en la tersura de aquella piel nueva, transparente y hermosa; hasta que cayeron desnudos al piso frío y opaco que espiaba ruidoso, enardeciendo las maderas quejumbrosas con el sonido del amor.
Ella reconoció la piel de su amigo, tibia y gruesa. Y se recorrieron juntos, cada centímetro cuadrado del cuerpo del otro, con besos, con roces, con rostros enarbolados por tanta felicidad.
Así comenzaron a amarse, acrecentando con miradas cómplices el amor que los uniría infinitamente, escapando a todos los límites y barreras incongruentes como la realidad.
Cada beso duraba una eternidad incontable, cada abrazo mucho mas de lo que se puede imaginar. La cercanía que los cobijada resguardó mil perfumes, mil colores, miles de lunas embriagadas de pasión.
Ya muy juntos, unidos por la mas maravillosa sensación de pertenencia se fundieron en un exquisito baile de amor. Sintieron que estaba muy cerca el instante ese, en el cual sus almas confluirían eternas, gozosas, delirantes, por los vericuetos del placer.
Pocas palabras, muchos suspiros alegóricos, miradas nuevas, sin respuestas, sin tan siquiera preguntas. La presencia del otro hacía que cada uno sellara ese momento como el mas importante de sus vidas, el mas rico, el mas fresco, el mas inocente.
Nicolás la adhirió a su cuerpo, tanto como a su alma, la miró fijo como adivinando todos sus pensamientos, y volvió a hundirse en las aguas mansas y cálidas de sus entrañas, escarbando con ansias su cuerpo de luna, su blancura celestial, perforando cada uno de sus recovecos y adueñándose, como nunca nadie lo volvería a hacer jamás; del cañaveral de locuras de su intrépido corazón.
Un comentario sobre “Llegó el amor”
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Cuando llega el amor las palabras sólo tienen sentido en el interior de las sensaciones: palabras mudas y muchas imágenes. Tu relato está lleno de esa sensación interna.