Te llamaré metáfora
para nombrarte asombrado
desde la elipse a la anáfora.
Te llamaré metáfora
para sentirte a mi lado
en el vaso y en la ánfora
donde bebo acalorado
cuando medito en la hora
y en un segundo agitado
te conviertes en Pandora.
Y te llamaré metáfora
después de haberte calmado
transformada ya en mandrágora
mientras el sabio adornado
de público en el ágora
es fuertemente aclamado
por el pueblo que le adora.