Mi recuerdo de tí se ha quedado anclado en lo más profundo de mi mar de penas; aún entre la niebla, el viento y las tormentas atesoro tu silueta, el aroma del cuadrante es igual a tu fragancia y aún tus ojos me observan desde el cenit oscuro y distante en forma de estrellas. Allí en el cielo, juegan las constelaciones a escribir un nombre, y las aves emprenden el vuelo al hemisferio del olvido abandonando este mar de tragedia. Te respiras en todas partes: en el éter, en el lecho, en la soledad y hasta en el sueño de una noche. Y en mis viejos libros sigues impresa. Eres pasado de actualidad manifiesta, en mis manos tengo las huellas; aquí dejaste el aura derramada sobre mi piel, sobre esta dermis que no logra sacudirte y a la que te has adherido con ferocidad.
En mi espejo de agua se divisa tu reflejo, los destellos de la luna lo disuelven y moléculas brillan y se agitan. En la noche desnuda, cuando escucho el canto de las sirenas, tomo mi barca y emocionado remo hacia ellas con la idea de allí encontrarte; reina entonces un silencio insondable y quedan las aguas quietas.
Ya en mi habitación, te quiero como al vino: te vierto en una copa, te aspiro y disfruto toda, endulzándome el paladar y refrescando mi garganta… y me embriagas, recorres en mi mente un itinerario vacilante hasta encontrar tu morada justo ahí, en un rincón cualquiera. Vuelves a tirar tus anclas, me pierdo en la inconciencia. Pocas cosas quedan. Ambiciones muertas. Un timón abandonado. El viento no cesa.
2 comentarios sobre “Te recuerdo”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Qué bonita. Alaia
Precioso texto. Todo él rezuma huellas de sentimiento. Contrastar el sueño de una querencia profunda junto con la relación de todo aquello que nos rodea y nos atrae al recuerdo es una labor de arte literaria que tú has mostrado aquí con gran acierto. Muy bonito, de verdad. Queda flotando en la estancia un aroma de verdadera sinfonía.