Este sentido de la dependencia con el Mundo nos coloca en una globalización sentida y obligada. Cualquier viaje es una incógnita que interrumpe la rutina y te somete a horas de inhumanidad, a tiempo perdido entre la incomprensión y las maletas tiradas en el aeropuerto. Tememos haber perdido la inocencia de los desiertos, el olor característico de las calles y el color de los bazares, porque, simplemente estamos viviendo en una piel extensa donde todo acontece a la velocidad de la luz.
Un comentario sobre “La larga travesía del miedo”
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!Que la luz de la vida nos devuelva la emoción del viaje sin fronteras, sin especulaciones y sin maletas perdidas!. Quizás la forma de recuperar nuestras inocencias sea simplemente vivir en la ribera de las sombras… fuera de los focos de la modernización de nuestras costumbres…