Se dice del espejo que toda mirada se miente a sí misma
y escapa raflectante sobre los objetos que se agrupan en la estancia.
No sirve no mirar, ni estar ciego: uno se inventa, o juega a ser,
que al final es casi una misma cosa.
En esta ceremonia de clasificaciones existen espejos insalubres,
nominales, lacerados por la ira de lo feo, espejos nobles,
espejos de notables, espejos que son escamas de peces,
arquitecturas donde se miran los papas,
espejitos de mano para doncellas con caballos dóciles,
espejos de palacio, de sala de baile, de callejón,
de día nublado.
Así me lo dijera el sabio judio que pulía a mano
el único espejo donde Moisés se miró antes
de entrar en el Desierto.