Hay una multitud de gente a mi alrededor mientras tomo el café sentado junto a la ventana del local donde me encuentro con mis amigas las palabras. Y me noto, me palpp, me presiento ahora que recuerdo el último texto de grekosay, dentro de una alimentada sensación que no sé lo que es. Nadie sabe exactamente qué es cuando está dentro de los corredores urbanos de una gran ciudad, pero me lleno de imaginaciones creyendo que hay una necesidad de expresar palabras inventivas, asociaciones de palabras para descubrir los caprichos del ataráxico instante en que hay gente alrededor y la esencia de lo inconfundible sigue siendo lo más universal de nosotros los humanos.
Pienso que escribimos palabras para dejarnos renacer con el corazón expuesto a las verdaderas dimensiones de sus razonamientos; porque poner palabras a un poema, a un cuento, a un relato, a una reflexión o a la página de un íntimo diario con la intención de expresar lo que del Vorem hay en cada uno de nosotros y nosotras es como darnos un beso sincero a nuestro propio ser.
Quizás sólo sea para sentir dentro de nuestra propia piel que existimos… porque si no fuera por las palabras del texto perderíamos de vista todo lo importante que danza lentamente dentro de nuestros aconteceres. El tiempo es corto. Las palabras lo alargan. Es mucho mejor no apresarnos en el silencio de la nada y unirnos a la amistad de las palabras, porque al final de todo las palabras delatan lo que en realidad hay dentro de nosotros como seres vivientes.
Hay rincones donde las palabras no han llegado aún. ¿Cómo explicar mis silencios?
Un beso, Diesel
Que gran camino el de las palabras con nos conduce a la expresión del alma. Que fuerte la voz que las alimenta y que hondo el sentido del silencio. Un beso compañero.