Corría la época de los 70 y yo era una de esas jipis de entonces, sólo que tan solo contaba con 13 años, estábamos en Galicia el Latas oriundo de Verín, el dudu, Susana y yo y nos dedicábamos a hacer abalorios, gargantillas, pendientes y pulseras.
Cerca del Grove llegamos una noche en autostop y acampamos en una zona llena de tiendas de campaña, pero nosotros nos considerábamos demasiado especiales para mezclarnos con los demás campistas, así que a la mañana siguiente, recogimos los bártulos y subimos al monte. En la cima hallamos un claro con un enorme tronco de árbol cortado, sitio ideal para acampar, no tardaríamos en tener compañía, esto no nos hizo la menor gracia y el Latas tuvo una idea;
– Yo se hacer muy bien el aullido del lobo, porqué no corremos la voz de que hay lobos y han atacado al ganado y yo me marcho todas las noches lejos y aulló como si de un lobo se tratara.
Así lo hicimos y todas las noches el Latas hacia tan bien de lobo que te ponía toda la carne de gallina, nosotras corrimos la voz de diversos ataques y la treta tuvo resultado, pues en pocos días se fueron desmontando las tiendas de campaña.
El día que se mancharon los últimos nos disponíamos a celebrarlo, pero de pronto oímos un aullido lejano, el Latas estaba a nuestro lado, no perdamos un minuto nos dijo; apilar toda la leña posible al lado de la tienda de campaña, llevaros lejos la comida y traer cacerolas y cucharones. Su plan consistía en hacer una gran hoguera delante de la tienda de campaña, meternos dentro y sin demostrar temor hacer ruidos con las cacerolas y las cucharas, lo cierto es que los aullidos cada vez estaban más cercanos y no tardamos en encender la hoguera y meternos en la tienda, pasamos toda la noche montando jolgorio dentro de la tienda, de vez en cuando había que alimentar la hoguera y cuando me toco salir a mi, vi como estábamos rodeados de ojos y colmillos, nos mantuvimos así toda la noche, y al amanecer se marcharon los lobos.
Los listos de los jipis tuvieron que recoger todos los bártulos y marcharse con sus eternos compañeros los campistas.
Pero esa noche mi imprudencia llegó a limites insospechados, estaba en la discoteca del Grove y conocí a un marinero, que no se creía nuestra historia de los lobos, yo era virgen, toda una vergüenza para la gente como nosotros, así que había que ponerle solución, me propuso subir al monte para demostrar que no había lobos, yo por supuesto no quería subir por miedo a los lobos, pero su cabezonería pudo con mis ganas de perder la virginidad, total se habrán marchado ya (pensaba), subimos al monte y empezábamos con carantoñas en el claro, cuando apareció la manada, Martín me pidió la rebeca a modo de protección y saco una navaja que esgrimía amenazador, yo me agarré a su cintura sin parar de temblar, pero no nos atacaron sólo nos fueron empujando monte abajo y no precisamente por el camino, sino entre las zarzas, tres de ellos nos amenazaban gruñendo en círculos indicándonos el camino hasta que por fin se fueron, no le quedó mas remedio a Martín que tenia razón que eran lobos, si hubieran sido perros seguro que nos hubieron atacado, pues están muy resabiados con el hombre.
Subí al monte a perder la virginidad y casi pierdo la vida, tres meses después regresé a mi casa de Madrid todavía virgen, una vergüenza.
3 comentarios sobre “QUE VIENE EL LOBO (una historia verídica)”
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A veces somos tan impulsivos e imprudentes, dicen que se pierde con la edad, yo no lo tengo tan claro, me ha gustado ese final, un abrazo
Nuestra existencia está deerminada por lo que desconocemos. Realmente el Lobo está ahí, pero pretendemos que jamás aparezca. Un texto interesante. Saludos.
es interesante plantearse la duda de si realmente los lobos vinieron a raiz del creíble aullido del latas, atendiendo a su llamada.
así lo dijo hobbes: “homo homini lupus” (el hombre es el lobo para el hombre).
y es que uno los puede traer, pero no echar.