Increible desolación un 15 de julio en Pamplona. Por primera vez en muchos días, puedes ver el suelo. Los pasos se hacen de nuevo largos. Se liberan de la opresión del no espacio. La vista descansa. Las órbitas de los ojos van parando su acelerado compás, todo lo quisieron ver. Las cámaras ya no dan abasto. Falta mucho carrete para intentar captar todo lo que sucede en una pequeña y apacible ciudad abarrotada hasta los dientes.
La ciudad se tiñe de rojo y blanco. No hay tiempo para el sueño. A las noches el cielo se viste de bonitos colores. Estrellitas de colores que suben y bajan sonriendo. Quizás estuviese mi estrellita y yo no la ví.
A cada paso una melodía diferente. La música callejera sale de cada rincón.
malabaristas encandilando corazones infantiles, ojos como platos, sonrisas abiertas.
Gafas, pañuelos, camisetas, relojes, pendientes, anillos, globos enormes, todo se vende, barato, barato, ¿ Qué entenderán ellos por barato?
Chicas con grandes peluches sacados con amor por sus chicos agobian sus manos, ¿ Y si lo dejo aquí? No. No puedo. Le ha costado tanto sacarlo para mí. A jibarse tocan. Seguramente no llegará a casa, seguramente se quedará en el camino, es tan grande.
Desfases en el cuerpo, pero el cuerpo todo lo aguanta.
A las 8 de la mañana, la adrenalina corre suelta por la estafeta. Se huele el miedo.
Se siente. El ruido de los cascos hiela la sangre. El silencio logrado entre miles de personas es mágico. Un poco tonto quizás, pero igual hoy no vuelves a casa. Un toro es mucho toro. No sabe nada. Sólo siente miedo y arremete contra todo lo que se salga de su entendimiento,pastar libremente en un tranquilo prado. Cuidado. Si sólo vas a entorpecer, sálte del recorrido. ësto no es un juego. Son cuernos auténticos. Son cuernos de verdad. Comentarios para todos los tipos y colores. A favor, en contra, cada uno que elija en libertad.
Un chocolate con churros y el cuerpo se vuelve a animar.
Besos. Alaia
!Hola Alaiaaaaa!. !Qué bueno ver de nuevo por aquí un texto tuyo!. Presentas un bonito relato costumbrista de Pamplona y sus fiestas. Me gusta mucho el párrafo final y esa advertencia que haces de son cuernos auténticos y son cuernos de verdad relacionándolos con el miedo y la adrenalina. Hace años experimenté la experiencia de correr en San Fermín. Noté en mi cuerpo esa adrenalina y después de haber pasado todo pensé en lo mismo que expones en tu texto, eso que dices de que “es un poco tonto quizás, pero igual hoy no vuelves a casa”. Me encantó también lo de los grandes peluches que se quedan en el camino… y es que en los sanfermines muchas cosas se quedan en el camino. Desfases en el cuerpo, Alaia, desfases que nunca se olvidan. !Un abrazote!