¿Y ahora qué?… ¿Se supone que debo hacer algo?… ¿Qué queda?, ¿Qué sigue?… ¿Por qué todo es así?
Una casa, mi trabajo, mi satisfacción de vivir una vida de la que estoy agradecido a Dios, ¡lo estoy! Claro que sí. Pero ¿De qué me sirve si me siento extraño hoy? No sé ni qué es. ¡Hay algo más grande que esto! Lo sé porque lo siento. Es decir… ¡debe haberlo! Ni siquiera me puedo expresar bien, mi cuarto es un desorden, tal vez como mi vida, pero ¿Qué es el desorden?, ¿Qué importancia tiene? Y si la tiene, ¿Qué es verdaderamente importante en esta vida?
¡El perdón es lo divino y errar a veces suele ser de humanos!, dice una canción. ¿Por qué este mundo es así? ¿Estoy loco? Prefiero estarlo, a ser uno más de ésta función caricaturesca. ¡Abramos los ojos abstractos a lo real! Cerremos los físicos y dejemos las riendas sueltas. No nos aferremos a ¡esto! Encadenados a un celular, ringtones, ¿Es este texto uno más de la misma historia consumista?… No, ¡no lo es! ¿Qué es importante? ¿La gloria?… el tiempo es más fuerte, ¿La fama? La memoria es vagabunda. ¿Para qué escalar el Everest? ¿Qué es más grande que vivir?… ¿El amor?… no lo sé, no lo sé… ¿Quién lo puede saber? Solo Dios y El no nos da la respuesta pues fue El quien nos puso a buscarla y lo que hacemos es agregar más paja en el pajar de la aguja. ¡Cómo somos los hombres de necios! “Todo es vana ilusión, es querer agarrar el viento”, sí es cierto, lo confirmo. La muerte nos lo enseña; la muerte rompe las barreras, el orgullo, la vanidad, hasta la más grande estupidez. El problema con la muerte es el tiemo ¿De qué sirve arrepentirse antes del último suspiro?; ¡¿De qué?! Majestuoso arrepentimiento, nos haces caer de rodillas y llorar, no nos dejas conciliar el sueño.
Son tantas cosas en mi cabeza a la vez, pero estoy aprisionado en mis ideas. Inquieto.
¿Para qué vivir si nada puede cambiar? ¿Todo debe ser como es? ¿Por qué no hacemos algo?… sí… cierto, porque nadie se escucha, nadie se organiza, nadie se compromete y a nadie le importa ¿Para qué alimentar a una persona si existen millones ahí afuera con hambre? ¿Qué cambio puede hacer uno, si todos esperan a que comience otro? ¿Por qué hacemos barreras?… Sería mejor si todos nos arrepintiéramos, nos perdonáramos. No quiero ser galardonado, no quiero ser reconocido, no quiero ser un famoso artista, ni quiero ser un gran político o revolucionario, no quiero lujos ni grandes tesoros o riquezas. Quiero simplemente estar tranquilo conmigo mismo, dormirme cada noche en profunda serenidad, quiero amar, ser amado, pero hacerlo en todas las caras del amor. Quiero dejar de pelar por pequeñas estupideces. ¡Seamos sinceros!; ante la muerte quién no ve vano, vacío e insensato enojarse y no hablarse por un rayón en el auto, o por una taza quebrada o simplemente por una respuesta equivocada. ¿Por qué esto es así?…..
Un comentario sobre “Detrás de lo real y lo vanal”
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Los vacíos de la banalidad, los vanos intentos de este mundo por ansiar ser eternos a pesar de lo efímeros que somos, se sortean con la riqueza de encontrar sinceridades para uno mismo. Tú estás siendo totalmente sincero contigo y eso es una búsqueda que tendrá respuesta fuera de la vanidad y la falsa gloria. Más allá de tu texto veo ilimitada ganas de vivir. Eso es muy importante Hacaria. Y eso te devolverá al mundo de lo sólido de tu pensamiento. Me gustó mucho tu filosofía y la comparto en diversos tramos (en otros soy un poco divergente) sobre todo en esa confesión de no querer lujos, ni grandes tesoros ni riquezas sino algo mucho más trancendente para ser feliz: tranquilidad con uno mismo, amar y ser amado…