No puedo estar aquí en este mundo sin inventarte mil viajes imaginarios y tomar tu cuerpo y envolverlo en alma para siempre recordarte con detalle. No quiero sumergirme en la penumbra por culpa de las malicias de Rodolfo y olvidarme del amor y de sus trampas. No deseo sus puñales por la espalda para que así, de frente y sin máscara alguna, mañana tú siempre respires sueños de profunda vida. Y que el qué dicen de mi alguna gente (de Rodolfo hablo) por sentirme enamorado de tus lunas… pase resbalándote y no te duela; porque a mí, la verdad, amada mía, no me hieren para nada sus murmuraciones y seré siempre siempre siempre tan solo como soy y nada más. Recuerda que quien nada teme no tiene nada de qué ocultarse. Y como sé que Rodolfo nos lee (aún sin ser ni vorémico ni noble) te envío esta carta abiertamente sin tapujos y a pecho descubierto. Que ya tenemos bastante, en esta vida, con los millones y millones de tragedias humanas que siempre han sido causadas por la maldad, la envidia y la traición. Te amo, Liliana.
2 comentarios sobre “A Liliana”
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El amor: Tu y ella,… y lo que opinen los demás está de más. ;_)
Si, ya fue suficiente Diesel. Ahora es el momento para que sigas viajando en compañía de Liliana con el único equipaje del alma y la sinceridad de un pecho descubierto.
Precioso amor.
Un abrazo!!!