La soledad del blando aire
gestualiza la luz sin fin.
¿No oyes cómo te nombra?.
¿No te acuerdas ya de mí?.
La luz voraz de lo animado
de aquel suceso feliz
se marcha, se marcha, se ha marchado
dejándome tu perfil
y un suceso nominado
en los umbrales de abril.
Una ambigua elipse de luz.
Un espacio por morir.
Y en este lugar del olvido
se marcha por el carril
de los silencios nombrados
bajo un ligero matiz.
No escuchas, no oyes mi nombre
llamándote en el sutil
momento de estos espacios
donde he aprendido a sentir
que sólo soy un enamorado
de cualquier color infantil.
Aquí donde la luz sucede
en un lugar mediatriz,
estoy ahora embargado
de aire para vivir.
Y esta emoción oculta
me aleja ya más de ti.
Ahí donde la luz sucede y todo Existe y Es, todo seguirá adelante si asi lo ves y no te escondes en la pereza de la desdicha “inevitable”.
Me encantó esta manera de encadenar las estrofas en ritmo descendente (10-8-6-4-2) asonantando siempre en los versos pares. En cuanto a su contenido observo una sinfonía de la despedida poética que llena el ánimo de presencia ineludible: la del ser amado.