Un vecino del barrio y amigo de perro (yo llamo así a la gente que he conocido sacando a mi perra a pasear al parque) tenía una polémica que al parecer duraba meses, si no años, con un amigo suyo, salmantino. La polémica era sobre las Plazas Mayores de Salamanca y de Madrid.

El salmantino, como es lógico, barriendo para adentro decía que su Plaza Mayor es más antigua y de mayores dimensiones. A lo que se oponía mi vecino, sin tener por otra parte datos fiables, también barriendo para adentro.

Dejando aparte que me parece infantil hacer comparaciones como esas, como a mí me encantan esas investigaciones, me puse a ello y con mucho esfuerzo, cuando casi estaba a punto de tirar la toalla, pude acceder a la información de la superficie ocupada por cada una de las Plazas, así como otros datos, como fecha de construcción.

La Plaza Mayor de Madrid data del siglo XV, cuando se llamaba Plaza del Arrabal, se remodeló en 1580 por Juan de Herrera, por encargo de Felipe II. Sufrió varios incendios, procediéndose afortunadamente a la reconstrucción. Su superficie es de 129 metros de largo por 94 de ancho, lo que da más de 12.000 metros cuadrados. Es muy austera, como herreriana que es.

La Plaza Mayor de Salamanca, bellísima, pertenece al barroco, ya que arranca en 1724 siendo el arquitecto Churriguera, sus fachadas son irregulares, de 82,60 por 80,60, por 81,64 por 75,69 metros cuadrados, lo que hace un total aproximado de 6.400 metros cuadrados. La embellecen mucho los medallones situados entre los arcos.

Y, dejando aparte la frialdad de las cifras, me parece maravilloso que hayan llegado a nuestros días para deleite de propios y extraños. Por cierto, en la Plaza Mayor de Madrid es prohibitivo sentarse en una de sus múltiples terrazas a tomar el aperitivo, pero es ya otro cantar.