Una esfera de cristal que sabía a lluvia, a orquesta;
lluvia de granito, rodó con ansias en torno a la
tiniebla enrojecida por la rabia de la noche,
furioso paréntesis.
Gotas de una próxima vida, carne y salud.
La maravilla de entonces no hacía mas que
tomarme de la mano y beber del polen lento de
mi desilusión, despilfarro de imágenes,
trágico volver a empezar,
desde entonces.
Colérico destierro que me alejaba de un
símbolo, cual hombre de exilio,
un número mas
ilustre sabor a nacimiento -escape-
muerte engreída, a la orilla de mí.
Una esfera de translúcida piel,
acróbata en suspenso, sabia negrura mía,
escondite de ángeles, niños y adoquín,
miel de acero, incorpórea visión,
regreso a la nada.
El cristal en vidrio,
el vidrio en madera,
el mármol en sangre,
tus huesos en mí.
Cristales.
Encierra ternura, añoranza, tristeza, cólera y una sensualidad inexplicable que me hace leer y releer.
Me hizo recordar esa canción ” gira el mundo, gira en el espacio infinito con
amores que comienzan con amores que se han ido…” No sé si tiene nada que ver, pero esa esfera que rueda me recuerda al mundo y sus elipses.
Esa esfera de translúcida piel es el hombre del dibujo de da Vinci, rodeado por un círculo de medidas perfectas, Es un acróbata que gira en su esfera, en un trágico volver a empezar, en un regreso a la nada, en un cíclico retorno de la vida que termina y vuelve a nacer, que gira, que se repite en sus episodios ya vividos, en un dejà-vu eterno.
En fin, ignoro el significado último del poema, pero me evoca todo esto.
Celeste, tu poema tiene mucho valor en lo que se percibe de tu experiencia, que aunque sea provocada por otro, es tan genuinamente tuya, has bajado a los infiernos, para poder atisbar un pepueño pero grandioso rayo de luz celestial, sigue aondando, es lo único que merece la pena, un besazo de Alicia.
y piensa en la maravilla de los cristales, tu vida como crisol, con las formas que tu elijas sin interferencia alguna
Celeste, nuestro amigo va un pelín encaminado, pero yo te percibo como algo muy distinto, una lucha interior que te la ha provocado el exterior, pero tu lo has querido así, aveces hay que bajar a los infiernos, para poder saborear un segundo los placeres del cielo, me gusta tu dejarte llevar, adelante, un besazo