CERO Y UNA VISITA AL PASADO

Para no aburrirles demasiado les contare resumida esta parte de mi vida, en la que acontecieron hechos verdaderamente extraños, que casi habían desaparecido de mi memoria y la cual punto por punto tuve ocasión de revivir, como protagonista de nuevo, pero también desde fuera como viendo una película, ¿Vds. Nunca, en un sueño se han visto desde fuera y desde dentro a la vez? Yo si, pero esto, no era un sueño, era real, muy pero que muy real..De pronto cero me cogio las manos y me dijo: cierra los ojos y dejate llevar, comprenderas muchas cosas del porque de tu vida

¡Que viene el lobo!

Año 1976, no era muy común todavía en Madrid ver gente como nosotros, nuestra ropa, conversación maneras de vivir eran algo desacostumbrado, éramos esos primeros jipís en la España. pos franquista.

tenía 13 años y muchas ganas de aprender, mi amiga del alma era Susana, siempre juntas y juntas contra el resto del mundo. Del que pensábamos que no teníamos nada que ver.

Nuestros amigos eran algo mas mayores,, chicos seguros de si mismos con sus pelos por la cintura su ropa multicolor y su puesto en el rastro de pendientes, pulseras etc., bisutería en general, abalorios artesanales.

En mi misma calle Vivian unos pocos, allí había gente muy especial para nosotras. Ambite de 28 años, siempre en pelotas tocando su flauta travesera. Un día fue divertido porque sonó el timbre de la puerta de la calle y Ambite con total naturalidad abrió, como dios le trajo al mundo solo con su flauta y mira por donde eran dos monjas, Para una recolecta benéfica. (luego he llegado a la conclusión de que fueron enviadas por la madre Adela, que era mi tutora en el colegio de monjas al que iba y que siempre me espiaba, preocupada por las amistades tan extrañas que me iban a esperar a la puerta del mater Purísima.)
Ambite no se sobresalto en absoluto, es mas, las invito a pasar con una cortesía inusual, las monjas como posesas echaron a correr como si las persiguiera el mismísimo demonio gritando despavoridas.

Bueno al grano; como éramos tan especiales, y puñeteros, nuestro amigo “el latas” nos propuso que nos marcháramos a Galicia a trabajar con el alambre y ni corta ni perezosas nos escapamos de casa, llegamos al Grove con nuestras tiendas de campaña, después de un largo viaje en autostop, con nuestro pato lucas, cuando llegamos cerca delpuente de la toja, ya era de noche así que montamos las tiendas de campaña entre unos árboles al lado de varias tiendas de unos campistas
Al día siguiente nos sentíamos como leónes enjaulados, éramos “tan especiales” no nos gustaba rozarnos con el populacho.
Queríamos estar solos, a nuestra bola, así que remontamos la montaña inspeccionando el terreno. En lo mas alto por fin, encontramos el sitio ideal, entre una espesura increíble había un claro con un tronco de árbol caído que usaríamos a modo de banco,

Estábamos contentísimos con nuestro descubrimiento, pero al día siguiente, no se sabe porqué, comenzaron a llegar los campistas que habíamos dejado abajo, debíamos de ser unos bichos raros muy atrayentes pues en un par de días nuestro claro se lleno de tiendas, y por supuesto no podíamos consentir semejante improperio.
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El mayor de nosotros ““el latas””, que tenía entonces 30 años y era oriundo de Verin, provenía además de una familia de meigas, tuvo una brillante idea.

Estad. Tranquilos, dijo; vosotros queréis que se vallan, verdad, confiad en mi, tengo un plan.

Yo pensé que se estaba inventando su supuesta facultades, afirmó que sabia imitar el aullido del lobo con tanta veracidad que podría ahuyentar a los intrusos, por supuesto hacia falta un poco de ayuda por nuestra parte, teníamos que correr la voz de que una manada de lobos había atacado a varias ovejas de los alrededores y que ya se estaban preparando los aldeanos para hacer una batida, lo cierto es que todas las noches ““el latas”” desaparecía y al rato oíamos un aullido tan potente y estremecedor, que te ponía la carne de gallina, luego “el latas” se acercaba poco a poco, aullando a intervalos, empezamos a alimentar la hoguera y aconsejamos a los campistas que se prepararan para el encuentro con la manada de lobos,

La reacción fue inmediata, reprimíamos la sonrisa mientras desmontaban las tiendas y recogían todas sus posesiones, en pocos días solo quedo un grupito que se resistía a marcharse, tuvimos que agudizar la representación y les describimos un encuentro a muerte con la supuesta manada, yo me vende un brazo y con abundante mecromina y mucha imaginación les conté como había escapado de la muerte por los pelos, a todo esto ““el latas”” seguía aullando a lo lejos y por fin, se marcharon.

Nos quedamos solos al fin y nos disponíamos a preparar una fiesta para celebrarlo, cuando oímos, Auuuuu… yo le di un codazo al latas, por favor calla, que no viene a cuento y lo haces tan bien que asustas, además había luna llena.

““el latas”” se puso muy pálido y dijo; no soy yo.

Venga ya, no te quedes con nosotros tío, que te conocemos.

Lo cierto es que el aullido se había oído lejos y “el latas” estaba sentado en el tronco a mi lado,

Os juro que no soy yo, no veis que se escucha lejos, mientras hablaba volvimos a oír el inquietante aullido, y ahora si que había motivo para preocuparse porque cada vez se oía mas cerca,

Lo siguiente fue de locos corríamos en todas direcciones sin ton ni son como posesos.

“el latas” grito:

¡Parad ya y escucharme! Tenemos que organizarnos y prepararnos para lo peor, por si las moscas, de todas formas los lobos no suelen acercarse al hombre puesto que nos temen más que nosotros a ellos.
Cogimos toda la leña que normalmente teníamos esparramada por ahí y la apilamos ordenadamente en la misma entrada de la tienda de campaña.

“el latas”: Ahora tenemos que hacer una gran hoguera en la misma entrada, así que ir a por más leña no nos queda apenas tiempo.

En verdad los aullidos estaban demasiado cerca ya, cada vez era más evidente que los lobos nos iban a hacer una visita y no sabíamos si seria de cortesía o si vendrían hambrientos.

Lo siguiente fue coger sartenes y cacerolas y todo lo que provocara ruido y meterlo con nosotros en la tienda.

“el latas” nos dijo que si hacíamos mucho ruido y nos reíamos sin demostrar el más mínimo miedo, los lobos no se atreverían a atacarnos.
Dicho esto y armados con sartenes, cacerolas y cazos, nos dispusimos a pasar la noche más divertidamente fingida que pudiéramos recordar

Cada cierto tiempo uno de nosotros tenia que salir, para alimentar el fuego, pues era importantísimo que no decayera, nos íbamos turnando y cuando me toco a mi, los vi., allí estaban serian 8 o 9 ejemplares, estábamos rodeados, al volver la cabeza por encima de la tienda pude ver tres figuras con unos ojos amarillos fijos en mi y unos dientes que brillaban en la oscuridad acompañados de un gruñido nada tranquilizador, no recuerdo haber pasado tanto miedo, (excepto al día siguiente, pero esa es otra historia, que os contaré) entré en la tienda en un segundo, ya solo podíamos esperar y por supuesto hacer mucho ruido y no demostrar miedo para que no decidieran atacarnos.

Fue una noche eterna, los chicos fueron los que alimentaron la hoguera el resto de la noche y cuando entraban nos confirmaban que allí continuaban observando, esperando.

Ya no teníamos ni voz de tanto gritar y hablar sin parar, cuando abrí unos centímetros la cremallera de la tienda comprobando que la hoguera solo eran unos rescoldos y de pronto vi. un zorrillo que olisqueaba la otra tienda de campaña en la que habíamos dejado la comida, para convidar a nuestros visitantes a ver si al ser tan hospitalarios no nos merendaban a nosotros.

Ni rastro de los lobos

Esa mañana nosotros que nos creíamos tan especiales los listos, desmontamos el tinglado para marcharnos con nuestros eternos vecinos los campistas.

Pero lo que me ocurrió esa misma noche no tiene nombre.

Como no habíamos pegado ojo en toda la noche, cuando terminamos de montar las tiendas y colocar todos los aparatejos que llevábamos nos echamos a dormir gran parte del día.

Latas: Venga gandulas que hay que trabajar, es muy tarde y tenemos que ir con el puesto al puente de la Toja que por allí pasa mucha gente y seguro que se nos da bien la venta.

Lo cierto es que vendíamos pendientes y pulseras como churros, todos los niños pijos de la Toja se acercaban a vernos como si fuéramos una atracción de feria, pero se puso de moda nuestras filigranas y todo el mundo quería o una pulsera, gargantillas, no dábamos a vasto teníamos mas pedidos de lo que podíamos fabricar.

Lo que no sé es lo que pasaba con el dinero, que era controlado por “el latas” y que nos daba con cuentagotas siempre llorando de que no teníamos para comprar material,, cuando agotamos toda la mercancía fuimos a cenar algo y luego a la discoteca del Grove.

Allí le conocí
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Martín se acercó a mi, se presento y me dijo:

Me he enterado de lo que habéis hecho en el monte, con esos pobres muchachos de las tiendas, yo soy de aquí tengo 20 años y llevo desde los 13 trabajando en la mar y te garantizo que nunca se han acercado tan cerca de la costa ningún lobo, así que no te quedes conmigo que lo que vistes serian un par de perros callejeros.

Eran muchos le espete, y que yo sepa los perros no aúllan como los lobos, además si hubieran sido perros seguro que nos habrían atacado, puesto que los perros abandonados que se juntan en grupos, están resentidos con el hombre y no dudan en atacar.

¡Que es mentira,! Me repetía cantarín para enfadarme, si quieres subimos y te demuestro que allí no hay nada, apostamos.

Yo sabia que no era mentira y así se lo hice saber, varias veces, por otro lado Martín era muy guapo y en esta época el conservar la virginidad era casi un insulto, yo lo había intentado perder sin resultado con mi noviete de Madrid que me acompaño en este viaje y a los pocos días se volvió en autostop descorazonado.
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Lo cierto es que Martín se veía hercúleo y capaz, mi inconsciencia era tal que después de muchos, ¡que es mentira!, venga vamos ya veras como están allí.

Le dije que si, pero que fuera preparado rogando en silencio que se hubieran marchado..

Subimos al monte la luna seguía llena y estaba saliendo en ese instante, cuando llegamos al claro vimos que había excrementos de animal, unos grandes y otros pequeñitos, como de crías y Martín los reconoció como de perros, comenzamos a besarnos, le dije que era virgen, no me creía, hasta que al intentar..

Pues si es verdad, se hecho para tras, y dijo; no me parece bien, apenas nos conocemos, en ese momento lo oímos, un gruñido gutural, profundo, al levantarnos los vimos eran cinco y nos rodeaban acercándose muy lentamente y enseñándonos los dientes.

Martín saco un machete y me pidió la rebeca para rodear con ella su brazo para cuando atacaran, me dijo; agarramé por la cintura y pégate a mi por detrás, yo empecé a temblar con un tembleque que no podía controlar, nos dirigíamos muy despacio hacia el camino, pero nos cortaron el paso empujándonos hacia la espesura y como una escolta fueron indicándonos por donde teníamos que ir, nos acompañaron todo el tiempo dos ejemplares muy grandes sin cesar de gruñir y yo agarrando por la cintura a Martín, con tanta fuerza que casi no le dejaba respirar, el camino estaba lleno de zarzas pero era el que querían que cogiéramos, cuando habíamos bajado un buen trecho, de pronto, se dieron la vuelta a la vez y desaparecieron en la espesura dirección hacia el claro.

Martín tuvo que reconocerme que realmente eran lobos y menos mal que no tenían hambre lo que si tenían eran cachorros y por ello no querían a nadie cerca de su prole.

Por lo que se ve el aullido del “latas” fue un efecto llamada, sino no se entiende.

Tuvimos mucha suerte pero ahora sé, que fue algo más.

No me hubiera importado seguir como espectadora y actriz a la vez de la película de mi pasado hasta hoy en día, total 30 añitos de nada, es increíble como cambia la perspectiva y la idea que tenemos de nosotros mismos, cuando volvemos a vivir nuestra vida, por terrible que haya sido la volveríamos a repetir paso por paso, pero un pitido estridente en mis oídos y volvía de golpe al 2003, con un café un tanto frío y cero mirándome divertida, al otro lado de la mesa.

¿Que sientes? Alicia.

No sé, es como si una paz interior me fuera cautivando lentamente, es muy agradable.

¿Puedes explicármelo?; yo se, lo que sientes exactamente, pero es necesario que me lo racionalices para poder asentarlo definitivamente en tu corazón.

Es como si mis culpabilidades hubieran cogido vacaciones, puesto que creo que esto será pasajero. Y el motivo de ello es descubrir que no me marche de mi casa para dañar a mis padres, fue un impulso inconsciente de una niña con demasiada prisa por descubrir el mundo, con una inseguridad interna que no me dejaba vivir racionalmente, cero porque me sentía tan pequeñita y vulnerable y sin embargo propiciaba los acontecimientos mas arriesgados, peligros y dañinos.

¿Has observado a tu gata cuando juega curiosa con una bolsa de plástico, metiendo la cabeza y salvándose de ahogarse por los pelos, gracias a tu oportuna intervención?.

Si muchas veces.

¿Por que? lo hace.

Pienso que sabe que puede arriesgarse, ya que yo la observo y la salvaría de una situación limite.

Alicia, te acabas de contesta, tu misma..

Pero cero yo no tengo a nadie que me proteja.

¿Eso crees en verdad?.

No, lo cierto es que siempre he sentido como si una fuerza invisible propiciara soluciones a problemas muy arriesgados.

La sociedad se está quedando tan ciega que ya ni sabe distinguir a los verdaderamente valientes ni percibir a “sus ángeles de la guarda”, por llamarlo de alguna forma..

Solo llegan al status de figura a imitar; Los individuos con menos ética, y escrúpulos y mas comodones y materialistas, y si alguien muy valido es reconocido, ya se encargara el “huésped” de desacreditarle y humillarlo hasta que signifique todo lo contrario para nuestros profanos ojos.

Oye cero ¿podríamos retroceder en el tiempo hasta cuando todavía gateaba?.
Alicia no puedo creer que se te haya pasado tan pronto la clarividencia, el viaje no ha hecho más que comenzar, cojéeme con fuerza las manos no ves que el huésped habla por tu boca. No permitas que entre en esto.

De nuevo me sentí ignorante y superficial, como podía tomarme algo tan importante, como si de un juego tonto se tratara, cero no era una agencia de viajes, sencillamente me estaba ayudando a no convertirme en un “hielo hueco, inhumano”.

Con el pensamiento la pedí perdón y me dispuse a aceptar lo que el destino me deparara, pues ni cero ni yo podíamos, todavía, controlar el viaje puesto que el solito decidía;

cero canturreaba una canción y los parpados empezaron a pesarme como losas de mármol, enseguida me dormí.

CONTINUARÁ

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