Esmeralda en los ojos,
papeles sin firma,
caligrafía de falsa doncella,
espuma en los dedos,
escándalo en la ropa y
silencio rotundo en el corazón.
Exagerado maquillaje,
escote de guerra y lágrimas
de paz.
Inundación en la boca,
peligro en el vientre,
rejas en los sueños y
aviones a la luna.
Risa entre tormentas,
fuego de amatista,
pirueta en el apuro de llegar
a la orilla,
música de remanso azul,
dientes empapados.
Tarjeta en una esquina,
luces de mentira,
ventana hacia el sur
de cara al infierno,
piel de princesa,
lengua de brasa,
uñas aguerridas;
blanco perfume de niña en soledad.
Pecho de acero, muslos
de cemento,
túnel de vicios entre el cielo
y la calle. Canela. Gritos.
Título de antaño,
cigarrillo sin humo, bitácora,
cenicero, aviones a la luna.
Espejismo lejano al amor,
palabras sin frases, comillas,
verbos, puntos, adiós.
Puerto embravecido,
cabello de sol,
ángel sin espalda,
silencio, tristeza, perdón.
Cuchillo en la frente, derrumbe
de pasión,
sabor a vainilla,
escape a la orilla de la
luna, ojos sin destino,
cianuro en la huella.
Victoria sin nombre,
grácil escultura nocturna,
anzuelo de isla,
piedra sin pulir,
vertiente y bullicio.
Billetes descontados,
lluvia de promesas,
estigma de algún corazón.
Danza de odalisca,
safari excepcional,
lejano decoro de la tormenta
hecha pensamiento, dispuesta a tronar.
Triste lujuria de mujer habitada
por las manos del número,
por cifras de congoja, por estrellas,
pero sin besos en la alcancía.
Por febriles gusanos sin flores
y sin querer.
Por continuos olvidos.
La Reina.
Efectivamente, lleva razón Only. La muñeca de la decidida voluntad ha quedado transformada en la reina de la voluptuosa sensualidad. !Es muy bueno, Celeste!.
El tono es muy parecido al de muñeca, pero sin embargo más lujurioso y decadente.
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