Ayer me encontré paseando a ninguna parte, observando con cariño y atención la actitud de las personas que formaban la más absoluta de las soledades, el estruendo del silencio que acampa en mis oídos para llegar a mi mente, los golpes que acarician el amor a la falsedad, la hipocresía, la ineptitud… Y de repente, sin esperar nada, un pájaro de un rojo brillante y casi cegador en su plumaje, cesó su vuelo y se posó señorial atorando mi camino, para ser delicadamente observado. Y me sentí orgulloso de percibir su lindo mensaje, que me decía que aquel conjunto de miles de bellezas distintas en un saquito tan pequeño de plumas, pico y pocos y endebles huesitos, merecía ser observado , captando todo aquello que tu percepción más sensible sea capaz de captar.
Me quedé parado, mirando con atención al animal que me recitaba enormes enseñanzas con su mirada. Y cuando fui capaz de acariciar con cariño el color rojo fuego de la majestuosa intensidad de su existencia, cuando ese rojo, dejó de ser color para convertirse en sensación, solté una lágrima que bailaba traviesa en mis ojos y seguí mi paseo estremecido y agradecido por haber podido estar presente, ante aquel pajarillo rojo.
Más adelante, mientras aún saboreaba la esencia que me inspiraba aquel adorable color, irrumpió cual huracán en mi cabeza un sonido tan curioso como entrañable, y decidí seguir el perfume de mi nueva sensación que me llevó al epicentro de aquel sonido. En un banco, soñé despierto y lúcido a una niña pequeña de una exquisita inocencia, que jugaba sin temor al tiempo ni a nada, con una anciana entregada en cuerpo y alma a la felicidad de la niña. Y desmenucé con cuidadosa maña la escena hasta desenmascarar la musicalidad de la misma. Abrí mis ojos para observar como el resto de mis sentidos se veían vencidos completamente por la infinita sensación que me provocó la anciana, retorciéndose en su banco, de RISA. ¿ Habeis visto alguna vez una débil anciana reír a carcajadas ? Aquella risa provocó una de las pequeñas cosas más grandes que jamás he presenciado; la mirada de la niña creció hasta una madurez desconocida para mí mismo, dirigiéndose hacia la anciana sólo para agradecerle aquél instante. Y mientras el vals que sugerían sus carcajadas llamaba a bailar de nuevo a mis lágrimas, el suelo de un frío cemento se vistió por completo de flores insólitas y yo me inundé de una de las mejores sensaciones que a día de hoy conozco, la esperanza.
¿ Os acordais de aquel rincón lleno de magia que tengo en mi habitación ? Pues ahora guardo en el nuevos peluches: Tengo un pájaro rojo cuya belleza me hace estremecerme, tengo una preciosa niña pequeña que me regaña y me alecciona cuando siento palidecer y tengo a una adorable anciana, que mágicamente me contagia su risa y cuando peor me encuentro, renueva mis esperanzas.
3 comentarios sobre “LA SUPREMACÍA DE LAS COSAS PEQUEÑAS”
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. Me ha gustado mucho tu atención al conocimiento de la vida. Me ha gustado mucho que hayas sabido sacar esperanza de ello. Gracias por conseguir que me recreara yo también en cosas tan… llenas de vida!
La supremacía de nuestros 8 sentidos (tenemos 8 sentidos y no 5 como dice mucha gente) te ha hecho sentir la enorme cantidad de vida que se contiene en tales cosas como un pajarillo rojo, los juegos d euna niña, las risas de una anciana o una colección de peluches hablándonos de magias internas. !Muy bueno THRIPOP!. !Estás en una onda excleente!.
¡Que vida más alegre, que ojos tan inocentes! Felicidades, cosmófilo