En los montes de Somiedo,en Asturias, el verdor abunda por doquier, los helechos y las plantas umbelíferas, cubren los suelos de los bosques de hayas, que coexisten con tejos, acebos, abedúles,distintas clases de robles y castaños; también abunda la zarza, el arándano, el avellano, el pino y el madroño. Según se adentra uno en la montaña aparecen los prados, las majadas,los pastizales y el matorral.
En los dominios del aguila real y el alimoche, habita el oso pardo, y en sus bosques abunda el urogallo, el rebeco, el jabalí, el gato montés, el tejón, el zorro, el lobo, el corzo, el ciervo, la nutria y un sinfín de insectos, aves y pequeños mamíferos y roedores. Sin duda nos encontramos en un paraíso natural.
Nos encontramos en otoño y sin duda la temperatura empieza a ser ya fresca y los días empiezan a acortase.La bruma asoma apaciblemente su fantasmagórico y húmedo manto, mientras el disco anaranjado desaparece en el horizonte. Diminutas formas comienzan a moverse por el bosque, cual almas perdidas en busca de sustento, y sacian su sequía interior en los abundantes manantiales. El oscuro bulto bajo el rebollo empieza a moverse despertando de su sueño, tranquilamente se lame las patas y se atusa la pelliza, seguidamante se levanta sobre sus cuartos traseros y se rasca la espalda contra un árbol con cara de satisfacción mientras bosteza. Se trata de un oso colosal, un gran macho de catorce primaveras en total plenitud física. Es un animal corpulento con un denso pelaje que le cubre la dermis de distintos tonos de marrón y algunos tonos amarillentos, este pelo es corto por la cabeza y el vientre, y largo y espeso en el resto de su cuerpo. Es grande y musculado con la cabeza pequeña en relación al cuerpo, sus orejas proporcionadas a la cabeza y su hocico alargado y recio; tiene las patas armadas de fuertes garras y una potentísima mandíbula dispuesta de una poderosa dentadura. Puesto en pie debe medir unos dos metros y su peso rondará los ciento ochenta kilos gracias a que este año ha habido profusión de alimentos.
Cuidadosamente se agacha, se pone a cuatro patas y comienza su andar cansino, entre bostezos. Tiene hambre y debe acumular grasas para pasar el invierno. Llega a un aguadero y bebe hasta saciar su sed. Pausadamente prosigue su andadura por el bosque. En un claro encuentra un gran pino viejo caido en alguna tormenta , medio podrido , se acerca y con sus afiladas garras y sus dientes separa la corteza que lo cubre, para desentrañar el misterio de la vida que alberga el tronco en su interior, compuesto de larvas e insectos fitófagos, junto con un hormiguero plagado de hormigas y sus preciosos huevos que también tenian allí su morada. El oso a pesar de parecer un animal carnívoro, es en realidad omnívoro y sólo se alimenta de carne en contadas ocasiones y más habitualmente de carroña y animales muertos. Come hasta quedar satisfecho y se dirige al interior del bosque, en busca de unas colmenas de origen humano que ya ha visitado en anteriore correrías. A pesar de que las colmenas se encuentran protejidas por un alto muro de piedra de forma circular que las protege perimetralmente, el oso haciendo uso de su fortaleza derriba un poco del muro y se mete a través del hueco abierto, coge los panales y sentado, como si de un niño glotón se tratase va comiendo la miel y la cera, ralamiéndose de forma lasciva, y engulle este producto destrozando las colmenas del hombre con el que cohabita en dificil relación. Una vez saciada su hambre sigue su camino por el bosque, en busqueda de alimento.
Alimento que encontrará, pasada ya la temporada de moras, grosellas y frambuesas; en forma de frutos secos otoñales, como nueces , hayucos, avellanas, castañas y bellotas. Para conseguir bellotas será capaz de trepar ayudado de sus fuertes y afiladas garras, a grandes árboles para romper ramas cargadas a gran altura o sacudirlas fuertemente para que los frutos caigan y comérselos luego en el suelo. Ayudado de la ingesta de todos estos manjares, hará acopio de grasas para pasar el próximo solitario invierno, encerrado en la oscura, aislada y escondida osera, al abrigo de las nieves y los gélidos vientos del norte.
Pero eso es ya otra historia.
Pues el oso se aleja ya, por el monte verde….,
Muy completo y detalladado literalmente, amigo kiowa. La descripción de la vida del oso de Somiedo, en Asturias, demuestra que conoces abiertamente el tema y lo has presentado con interés y abundancia de detalles. Un abrazo, compañero y gracias por tu suculento relato.
Un gran relato Kiowa que según mi opinión deja entrever de una manera muy sutil la soledad a la que estamos sometidos como ese oso lo está en esta descripción.
Hay que tener en cuenta que cada uno de nosotros somos seres unicos e irrepetibles concebidos (aunque resulte triste) para vivir en soledad, esta vida en sociedad a la estamos sometidos es una falsa, muchos de los conflictos personales a los que nos enfrentamos radiquen en este punto.
Felicidades por el texto kiowa
Un abrazo