Hoy me planteo como es la vida desde un tablero de ajedrez.
Para empezar esta partida tienes que ser consciente que deberás afrontar cualquier situación que se te de en el tablero, tienes un rival muy duro delante, te enfrentas con tu propia vida.
La partida va a dar comienzo , no se porque curiosa razón en el sorteo previo me ha tocado jugar con negras, la vida jugará con blancas.
Me siento en una soledad profunda al saber que los movimientos dependerán únicamente de mi, nadie puede mover por mi, se que todo dependerá de lo aprendido anteriormente hasta el comienzo de esta partida.
El encuentro da comienzo, en los primeros diez movimientos la partida esta igualada, quizás los dos jugadores sabemos de memoria este tipo de apertura, pero presiento que los momentos importantes de la partida están por llegar esto no ha hecho nada mas que comenzar.
Nos sumergimos en una fase en el que para realizar las mejores jugadas posibles y ganar esta partida debemos recurrir a nosotros mismos y valorar todas las posibilidades, cada vez que movemos sentimos angustia, miedo, inseguridad, impersonalidad, respeto y demás sensaciones que percibimos al saber que cualquier error nos hará perder esta partida, una partida que sabemos que si la logramos ganar, habremos conseguido una importante felicidad.
En esta fase hemos realizado movimientos que han conseguido superar estas barreras de sentimientos, pero la posición de la vida es sólida y mantiene una iniciativa, de la cual nosotros con mucho esfuerzo conseguimos defendernos, analizamos la partida en el movimiento veinticinco y nos damos cuenta que la vida poco a poco tiene una ventaja, no insalvable pero que cada vez nos puede costar mas remontar.
De esta fase dependerá el final de la partida.
De momento me encuentro frente a frente en el movimiento veinticinco, con esperanzas de conseguir ganar esta dura partida, sabiendo que cuanto antes consiga ganarla antes podré disfrutar de la felicidad que me proporcionará el hacerlo.
Se que debo tomar la iniciativa, mover con el corazón y olvidarme de todo pero lamentablemente se que si el proximo movimiento no lo pienso y muevo según mi intuición y mi corazón tampoco será el correcto y acabaré perdiendo y sintiendo esa infelicidad maldita… mmmm veamos que se puede hacer.
Hay personas que no han llegado a sentarse a jugar la partida, otras están jugandola y otras la han acabado ya.
Me gustaría saber cual es vuestro caso, si ya la habéis acabado,saber si habéis ganado o habéis perdido.
¿Que movimientos habéis ido efectuando en cada caso para llegar hasta el punto de la partida en el que estais o que movimientos disteis?
Muy interesante tu planteamiento, luzfugaz. Estás jugando una partida a por todas… te planteas la cuestión vital con suma inquietud. Yo, particularmente, me encuentro justo en el juego medio. Antes de entrar a la fase final de la partida ahora mismo acabo de hacer un enroque largo… a ver cómo termino mi duelo. Veo que eres una persona inquieta y con multitud de perspectivas. Algo así como las particulares secuencias de una partida de ajedrez. Vamos a ver si todos y todas logramos ganarle en la vida.
Las personas somos como las piezas del ajedrez… vamos de un lado a otro, afectando al resto de piezas. El tablero es la vida en donde las piezas nos movemos por él, siempre con la intención de llegar ¿a donde? sin morir en el intento. La vida como el tablero es blanca y negra. Cuando vamos por la parte oscura de la vida nos cuesta comprender que ella nos hace crecer como personas. A veces las jugadas generan tal movimiento que caemos sin remedio. ¡que difícil es a veces levantarse! Cuando pierdes de manera estrepitosa duele seguir caminando…. pero a veces después de un tortuoso camino encontramos la senda correcta… la verdad.
Has buscado un símil perfecto. Pero yo no lo veo como una única partida, ni veo a la vida como un rival muy duro.
Si echo la vista atrás, creo que algunas partidas las he ganado, otras las he perdido y otras han quedado en tablas. Pero si se emprenden con espíritu deportivo, ¿qué más da? Porque de lo que se trata es de ir consiguiendo experiencia.
Aquellos que no han llegado a sentarse para jugar quizá luego tengan que hacerlo en circunstancias más difíciles.
Y nunca se termina el juego…
El problema de la vida enfocada en el ajedrez, es que en realidad uno juega siempre contra sí mismo, es decir, movemos las negras, pero dirigiendo también sin saberlo el movimiento de las blancas. Con lo cual aunque creamos ganar, en el fondo siempre acabamos perdiendo.
Me gustó mucho el planteamiento del texto, me hizo meditar en soledad.
Un saludo