Desde la suprema tranquilidad de esos parajes, con el perfume de la jara, el cantueso y el tomillo, he pasado horas contemplando el Pico. He observado sus cambios según las estaciones: en otoño, la mancha rojiza de las hojas de las hayas que hay antes de llegar a la cumbre, en invierno el manto de niebla que oculta a veces esa cumbre, las nubes que pasan y dejan al retirarse una capa de nieve, en primavera el verde tierno de la vegetación, el verano resplandeciente, con sus noches cuajadas de estrellas, con la Vía Láctea destacándose discretamente entre ellas, con la silueta del Pico puesta en relieve por la luna…
Cuando nos acercamos a la comarca en coche, desde lejos se divisa el Pico y yo le saludo como a alguien de la familia. En secreto le ha llamado siempre “mi Roca” y su solidez y firmeza me han servido de ejemplo y apoyo en algunos momentos de mi vida.
No es uno de los picos más altos de España, tiene poco más de dos mil metros, pero para mí es un punto de referencia y lo busco en la distancia si viajo en aquella dirección. Es como si el Pico me llamase y me dijera “Estoy aquí”. Y yo siempre respondo y no me tranquilizo hasta no situar su masa en la distancia.
Con los años, los árboles de alrededor de la casa han crecido mucho y ahora ocultan la vista del Pico. Hay que salir fuera del terreno para poder admirarlo. Ya no es posible pasar largos ratos en su contemplación. A veces los árboles no nos dejan ver las montañas.
Todos tenemos algun pico o paraje que acompaña nuestra mente de manera particular. En mi caso, son los montes de Lugo que me inspiran naturaleza salvaje y misterio, y mas cerca, aqui en Avila, los bosques que hay llegando a Navaluenga y las vistas desde este pueblo, de las estribaciones de la Sierra de Gredos, muy bellos parajes todos.
Me haces recordar muchas cosas de mi vida con lo que escribes, te lo agradezco mucho.
Un saludo.
Todos tenemos algun paraje especial que recordamos con cariño,
como si fuera nuestro, no nos cansamos de admirar no que para nosotros es el paraje más bello, el que más nos llena.
El mio está en Burgos, en lo que se conoce como la sierra de la demanda, me parece en su cojunto un paraje mágico.
Para mi es como si fuera una foto en mi mente cuando quiero recordar algo bello.
Saludos Carlota
Yo también añoro la Sierra de Gredos y ahora estoy contemplando el pico del Pichincha (un volcán que está situado a pocos kilómetros de mi casa en Quito y que me hace rememorar cuántas caminatas por las sierras españolas. Me asomo a la ventana y veo el Pico del Pichincha lleno de vegetación arbórea tremendamente verde. Y pienso en tu Pico Carlota y en esas emociones que se afloran a la piel cuando medimos la distancia y contemplamos el paisje. Un abrazo desde América.