Tengo un frasco de cristal, con su tapón del mismo material, que contiene una pequeña cantidad (como medio litro quizá), de óleo de Alá. Sé que es óleo de Alá porque vino de Siria. Pero igualmente podría ser óleo de Manitú, de Lugh o de alguna deidad andina, dependiendo de su origen.
Y al mirarlo colocado en una estantería me he acordado del nombre de “El óleo de Alá” como título a un poema muy irónico que alguien compuso con mucho salero para ser leído en una ocasión festiva en la década pasada. Poco podíamos entonces imaginar que este óleo nos diera tantos quebraderos de cabeza, que subiera de precio hasta límites insoportables para economías modestas y no tan modestas.
Y aunque ya sabíamos que algún día se acabaría, cosa que aún hoy día no tenemos muy claro cuándo ocurrirá por los avances de la tecnología que permiten cada vez mayores hazañas a la hora de la perforación, no imaginábamos que la agonía (si es que lo es, porque no se sabe a ciencia cierta) sería tan lenta y tan costosa.
El poema debo conservarlo, entre otros muchos papeles que atesoro casi desde que tengo uso de razón. Porque lo que es tirarlo, no lo he tirado.
Que gran diferencia existe entre estos óleos que mueven la automoción y gran parte de nuestras vidas, y los otros óleos, como son los santos óleos que se usan para dar la extrema unción a los difuntos, los óleos santos que son los cuadros que se encuentran en las iglesias, y los óleos normales que son cuadros, que se encuentran en nuestras casas y museos y pueden ser poseedores de una desigual belleza, según quien sea su autor. Estos últimos, pueden alcanzar un valor de mercado, muy superior al del óleo de Alá.
No veas que caros se cotizan todos los óleos, muy interesante tu reflexión.
Un saludo.
Tienes un tesoro en forma de Òleo de Alà, Carlota. Consérvalo hasta donde puedas porque está lleno de misterio oriental. Todos los´òleos tienen su historia y la que nos has presentado deja un rastro de misterio y de magia. ¿Dónde estará ese poema?. Ojalá podamos leerlo, Un abrazo. Muy interesante tu aportación llena de misterio y de historia.
¿Por qué te parece lleno de misterio algo que es una simple reflexión? No se me hubiera nunca ocurrido, lo he escrito en forma un poco jocosa para no incidir más sobre un tema penoso. Me gustaría que me lo explicaras, si quieres, claro.
Pues sí, Kiowa, resulta que en Europa sólo nos referimos al óleo para guisar llamándole aceite. No es una palabra que venga del latín, sino del árabe y se refiere única y exclusivamente al de oliva. Es curioso ¿verdad?
Para mí tiene misterio y magia su procedencia de un país tan lírico como Siria. Me suena a mil y unas noches orientales. Por eso el Óleo de Alá me parece un título mágico. Un abrazo, Carlota. Esperamos que aparezca ese poema jocoso que te trajo a la memoria tu frasquito de óleo.
Si, Diesel, también Bagdad nos sonaba a las mil y una noches, y ya ves. Esperamos que no ocurra lo mismo con Damasco. Buscaré el verso y, si tiene que aparecer, aparecerá.
Me he dado cuenta de que mi comentario en respuesta al tuyo tení aun error. Es sólo en ESPAÑA donde llamamos aceite al que usamos para el guiso. Las demás lenguas, incluso las germánicas, utilizan términos derivados del latín.