Desperté otra mañana entre pastillas de colores y el azucar en mi boca nunca se había derretido tan lentamente.
Sigo viendo las mismas luces y viajando entre los mismos pasillos, pero algo ha cambiado. ¿Seré yo? Creo que no, nunca cambié y nunca cambiaré, porque nunca dejé de hacerlo. Será la Madrid, tal vez.
La ciudad cambia cuando en vez de verla por la noche con cervezas en las manos la ves a través de los ojos de los niños y niñas que encerrados en los colegios creen estar en un campamento de verano.
Un comentario sobre “Veraneo en matrix”
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Mirando a una ciudad a través de varias secuencias diferentes (como tú has presentado tan bien en tu texto) se captan sensaciones profundas. Es un texto profundo por eso mismo.