El escepticismo, que proviene del griego “skeptesthai” (examinar), es el enfoque filosófico de que es imposible saber nada con absoluta certeza, ni conocer el mundo tal y como “realmente” es. La palabra también puede significar resistencia a la hora de aceptar algo moralmente sin pruebas suficientes.
Filósofos y eruditos de todos los tiempos han utilizado esta palabra y han ido puliendo y cambiando en cierta medida su significado, desde la escuela de filósofos griegos (“Skeptikoi”), de los que se decía que “no daban nada por sentado, sino que únicamente opinaban”.
El escepticismo filosófico, o Pirronismo, es la posición filosófica por la cual se debería evitar el postulado de verdades finales. Referido a sí mismo, el escepticismo cuestionaría que el propio escepticismo sea una perspectiva válida absoluta.
Aunque se acusó al escepticismo de negar la posibilidad de la verdad, de hecho parece haber sido principalmente una escuela crítica que simplemente reclamaba de los lógicos que no habían descubierto la verdad.
En religión, el escepticismo se refiere a la duda relativa a los principios religiosos básicos (tales como la inmortalidad, la providencia y la revelación).
Quizá en los tiempos actuales el escepticismo haya crecido más que nunca en el seno de la sociedad. Al haber un mayor conocimiento y una mayor comunicación, es más fácil llegar a la duda e incluso a la negación en cuestiones que en tiempos pasados eran aceptadas como verdades universales.
Que el escepticismo nos haga más felices y más libres es algo que está por probar, aunque el autoengaño de la no-duda puede bastar a las mentes más elementales y sólo durante un cierto tiempo.
Te aplaudo tu reflexión y la comparto Carlota. Quizás al escepticismo actual haya que aparcarlo por un buen puñado de siglos… !un abrazo guapa!.
A ese doble piropo te contestaré como lo hacen en mi pueblo (adoptivo):
¡Gracias, hermoso!
Muy interesante tu texto Carlota, mas yo soy un escéptico consumado.
Un saludo.
Aprendí que el escepticismo era una parte de la filosofía en estás mismas páginas, al leer una cita del creador del ensayo y escepticista Montaigne que dice que “encuentro más soportable estar siempre solo, que no poder estarlo nunca”.
El esceptisismo me parece razonable hasta cierto punto, pero se excede demasiado en sus asertos, demasiado radical. Para ciertas cosas está bien, pero no para bien con ello como un principio fundamental. Un saludico, Carlota!