Y la psicodélica sinfonía comenzó
degollando astros, matando sueños.
“¡El enviado de Shaitán ya llegó!”
gritó una niña de cutis trigueño.
Lluvia de sangre Mefistófeles logró
degollando astros, matando sueños…
Y la luna casi opaca al sol pidió
rayos de luz, alegres como niños,
niños jugando en el prado verde,
que dieran esperanza con su brillo
y así demostraran que él no muerde.
El sol cumplió, pues no es rebelde,
él es un inmenso gurí amarillo,
dador de vida; los mandó en su duende.
TXIKI..en verdad que es un bellisimo cuadro abstracto tu poema.
un abrazo