…y nunca me iré demasiado lejos de ti.
Puede que me ahogue en lo que para ti sean vasos de agua pero siempre respiraré tranquila por saber que estás ahí.
En realidad no me arrepiento de nada. Ahora simplemente no me engaño a mi misma y ya sé por qué no soy capaz de aguantarte la mirada y tengo que coger y mirar para otro lado. Lo mejor es que cuando vuelvo a girar la cabeza sigues estando ahí.
Poco a poco todo volverá a ser como antes, con un pequeño “quiero” y un gran y aceptado “no puedo”, como nunca debió dejar de ser 🙂
Me basta con todo el cariño que siempre me has dado.
Nunca dejaré de admirarte y lo mejor es que siempre me dejarás hacerlo.
Aunque nos aclarásemos las dudas, o aunque las enredáramos más…
Aunque nos deseáramos como nunca, o aunque no nos quisiéramos ni rozar…
Lo mejor, simplemente, es que eres tú
– y que las promesas de mis brindis, aunque sea a veces, funcionan… –