Afirma el musicólogo Jorge Fernández Guerra que “La voz es el origen. De ella nacen la música, el lenguaje y la expresión. De todas las trazas que el ser humano haya podido marcar en su viaje por la ruta del significado, la voz ha sido el soporte fundamental de su portentosa evolución, la condición imprescindible, se podría decir”.
Y partiendo de esta frase de Fernández Guerra medito yo ahora. Somos lo común de la máxima expresividad humana a través de los hablado, a través de lo cantado y a través de lo escrito. Nuestra necesidad de reconocernos los unos a los otros nos hace ser palabra… esencia del verbo hablado, cantado o escrito. Voz en síntesis.
La inmensa diversidad de nuestras voces habladas, cantadas o escritas, nos hacen presentarnos ante los demás como en primera persona. Con nuestros enunciados llneos de marcas y en plena libertad de expresión íntima somos la alteridad de nuestros “yos”, sujetos como personas vivas.
Una expresión hablada, cantada o escrita, debe ser, ante todo, un viaje, un desafío de la imaginación, una especie de exploración por los parajes desconocidos de nuestra memoria que se hace, de repente, reconocida a través de lo que hablamos, lo que cantamos y lo que escribimos. No deben constituir nuestras palabras un prejuicio sino una libre elección estética.
Sabemos que somos seres inacabados e inexactos, como dijo el escritor Carlos Fuentes de su obra en general, y yo añadiría, además, que también somos a veces un poco contradictorios porque no somos máquinas inanimadas. He ahí precisamente la grandeza humana. Poseemos un ser infinito dentro de nosotros mismos y eso es lo que nos guía al ansia de expresarnos a través del arte.
No es nuestra voz un azar o un capricho desprovisto de textura ni de esencia, sino todo lo contrario. En nuestras voces habladas, cantadas o escritas, aparece siempre el lazo invisible que registra todo el repertorio de nuestras vivencias reales o ficcionadas. He ahí el asombro que produce este acto de amor que es ser intérprete de la literatura como puente, como proceso, como reflexión íntima e individual, cuya composición es una información sociológica y psicológica de nuestras propias vidas.
Efectivamente, la voz es el origen.
La voz puede ser el origen, pero la pintura, el arte plasmado mediante los colores, también son muestra de lo que somos, los seres humanos, creo que si algo nos hace diferentes a las demás especies, aparte de la maldad y muchos comportamientos negativos de los cuales los animales son incapaces, si algo nos muestra como humanos con lo bello que esto conlleva es precisamente la música y la pintura, hablando de los principios por supuesto, la palabra también no tenemos mas que ver los jeroglificos, y otras muestras del lenguaje en otras culturas ancestrales, si la voz es inprescindible para el desarrollo del ser humano, pero transformandola en arte es como verdaderamente nos identifica como únicos y prometedores (aunque sea muy optimista mi afirmación visto lo visto), creo que todavia tenemos polibilidades de controlar nuestro lado oscuro.
muak