La marejada de la tormenta,
llega en forma de olas fuertes,
a la orilla de mi pensamiento,
rompiendo contra los escollos.
Las espumeantes aguas frias,
se agitan de forma intensa,
saltando sobre los rompientes,
de dura roca oscura de mi costa.
Los pensamientos se agitan en,
forma ondulante y tenebrosa,
dando paso a un viento intenso,
que cubre aprisa el cielo de nubes.
Estas se tornan grandes y grises,
descargando un torrente sinfin,
de desmedidas acuosas lágrimas,
que inundan sin piedad mi mundo.
Se juntan las aguas dulces,
con el salitre blanco del mar,
formando un acuoso líquido,
de sabor y dulzor indefinible.
Despierto atormentado y gris,
con el sudoroso rostro triste,
estas pesadillas nocturnas no,
disfrutan de ningún descanso.
Tal vez el día que vuelvas,
todo cambie los acantilados,
quizás se vuelvan playas ocres,
dunas de fina arena desértica.
Mientras tanto los farallones,
seguirán cayendo abruptos,
dejando inhóspita mi costa,
hundiendo los barcos que osen,
acercarse de manera incauta.
Poema con temperamento lo llamo yo a este texto. Kiowa, con un temepramento fuerte de poeta ya hecho y productivo… en el texto muestras una sensación de alma perfectamente enraizada en la vida y sus vicisitudes. me gustó mucho.
La naturaleza como símbolo de los sentimientos que le rondan a uno por el cuerpo… Definen muy bien las ideas que sentimos como inmensas, tan grandes como esas nubes y ese mar. Profundo.
Estupenda descripción de una tormenta marina. Me has situado perfectamente en la escena y he sentido la emoción del oleaje y de las nubes.
En la segunda parte del poema expresas tu esperanza de que todo cambie y la tormenta amaine. Que así sea.