Mis lágrimas estaban llenas de angustia aquella noche
pero cuando tus palabras y tus ojos me dijeron
que de verdad te dolía verme sufrir
se convirtieron en lágrimas de culpabilidad,
porque no te queria hacer sentir mal,
y mezcladas con algo de alegría,
porque sentí que de verdad te importaba.
Nunca nadie me había hecho sentirlo así,
entonces me abracé a ti
y tu abrazo fue como si un gran muro me sostuviera.
Por un momento lloré porque te quería y porque agradecía que estuvieras allí.

Lloré contigo como creo que nunca lo había hecho con nadie
y supongo que es algo como hacer el amor u otras cosas que no se hacen con cualquiera.
Era como cuando se llora solo,
que se suelta todo para intentar desahogarte;
Pero contigo a mi lado,
con tu mano en la mía,
y guiando mis pasos,
como si fueramos totalmente libres por unas horas
en una ciudad sin límites.

…

Hace casi un mes que no te veo
y te echo de menos como hace tiempo que ya lo hago.
Espero ilusa a que me llames,
como si tuvieras que hacer lo que fuera para poder pasar un momento conmigo
como si te importara…
Pero si te viera,
sería peor la sensación del después que lo que siento ahora.
Daría lo que fuera por que mi teléfono sonara y pusiera tu nombre,
pero porque lo que en realidad deseo es verte.
Y decirte todo lo que pienso,
y decirte que te quiero.
Y que tú tuvieras para decirme lo mismo que el día en que te descubriste para mí.
Y que me volvieras a besar,
haciendome sentir que me querías.
Y que volvamos a perdernos por las calles,
dándonos mil besos,
sin dejar lugar a dudas que nos queremos,
sin importar la distancia ni el resto del mundo.

Pero entonces es cuando voy…
…y me despierto del sueño

Intuyo que no estás sólo
y que lo que eran impedimentos para mí
ahora no existen.
Y qué le voy a hacer si no soy yo quien te ilusiona.
Sólo puedo conformarme
y aguantar hasta el último momento
en el que solo pueda llamarte para decirte Adiós.