Tumbada en la cama de su habitación escribiendo en un cuaderno mensajes inconclusos de atrás hacia adelante como siempre, con el mismo dolor oprimiendo su pecho, el ardor en el estómago, los pensamientos, los recuerdos, las imágenes en su cabeza… de pronto un ahogado sentimiento en el fondo regresa con paso lento pero desgarrándole el alma, sus manos se adormecen, posa la mirada perdida en aquel instrumento que como siempre acaba con ese indescriptible sentir, como la ultima vez, abre el cajón coge un pequeño frasco de perfume desliza sus dedos temblorosos por el contorno, resbalan lagrimas amargas por las mejillas que le recuerdan las veces que fue abofeteada por la vida, lagrimas que parecen salirle del alma impidiéndole respirar, con las pocas fuerzas por seguir arroja al suelo su salvación, este soltando un agudo sonido que a ella le grita libertad, recoge el pedazo de vidrio con el tamaño y filo suficiente,
como la ultima vez un frio le recorre el cuerpo y piensa en detenerse más recuerda lo absurdo que es seguir, en sus fragmentos de corazón que le quedan ya no cabe el dolor, su mente se niega a encontrar razones por las cuales seguir, ya no están le dice, y solo se empeña en recordarle el abismo donde está, él que ella cava sin cesar, como la ultima vez se mira al espejo y ve aquel par de ojos que por desgracia siempre le muestran la realidad, la puta realidad, cae de rodillas al suelo helado como su cuerpo, fija su mirada en el punto de los recuerdos y empieza a recorrer gota a gota sus penas por las rendijas que unen las losetas del piso, de rojo se tiñe todo, apaga la luz dejando gotas de lagrimas unidas con sangre en cada paso, se vuelve y llega a la ventana observa la luna, en medio del inmenso negro, un punto de luz en medio de su oscuridad una esperanza: el fin, un lento adiós, una nublosa mirada al lunar del cielo, siendo ésta la última vez.