¿Alguna vez pensaste por qué el agua es incolora? ¿y el aire que nos rodea tan exacto e inmutable? ¿por qué el tiempo recorre escenarios, remueve silencios, derriba la paz? ¿por qué somos inexorablemente humanos frente a la ambición de existir, de estar vivos y permanecer? ¿Alguna vez pensaste que no todo puede planificarse?
Cuánto desencuentro rodea las ventanas de quienes intentan medir la existencia con un baremo desconocido e inexperto. El quiebre es inminente. Los vaivenes nos devuelven cada día más lúgubres y embadurnados cuales adornos de anacoreta. Espectros de una órbita desconocida e inimaginada. Animales superfluos.
¿Por qué atrevernos a recorrer el camino que nos devuelve al presente anacrónico de las palabras y su musicalidad?
¿cómo verternos en ese espacio tan magníficamente enardecido por la decadencia momentánea del instinto? Quizá algún remolino de aguas encontradas, aprisione la solvencia de corrientes frías y cálidas que entorpecen entre sí, el camino aún mucho antes de llegar a un destino presentido. Resultaría más próspero convivir con la falacia de un juego de comodines que nunca sobrepasa la figura misma; y termina siendo tan sólo efímeros rostros sin penas ni desamores. Sería, entonces, la más álgida miseria humana, disuelta en algunos huesos engañosos y escurridizos que no logran sentir porque ya estarían desbordando los límites de un contrato inventado.
Así se extiende la congoja hacia otros puertos, y siempre existen manos que despiden, palabras que hablan, ojos que suplican. Porque la inconsistencia humana �al igual que su fragilidad- alcanza cifras millonarias cuando se trata de dejar pasar lunas olvidadas, y sucumbir al entierro de los recuerdos derretidos a fuego lento y aún entibiados por la llama de la repentina soledad. Extensa y perdurable.
La dialéctica de la verdad nunca pudo llegar mas lejos que un suspiro. Y el diáfano sentir muere cada instante amalgamado en sonrisas y abrazos truncos. Así como el desván más lejano y fantástico donde la vida resguarda mucho más que su decadencia. Por eso el despotismo de una palabra a destiempo, puede traspasar un cuerpo entero, absorto e impoluto, cual si fuera una lanza clavada en lo más exacto de la fibra humana, puede desbordar la sangre purpúrea y caliente hasta desplomarse, transformándose en una conjunción de madera húmeda e insectos revoltosos.
Quizá algunos ojos encuentren la fortuna trascendental y exquisita de poder verse reflejados en la pausa simétrica del otro, cual disímil pintura surrealista. Quizá.
No pretendo de-construir realidades, ni inventar idiomas, ni cambiar lo que queda del mundo, ni cambiar a las personas. Sólo pretendo compartir el viaje.
¿Alguna vez pensaste dónde van a parar las huellas que dejamos en el devenir?
!1Excelente Celeste!!. Tántas preguntas podemos hacernos sobre las causas y7 las circunstancias vitales… que siempre queda en el vitral de nuestros pensamientos millones de preguntas por resolver. Un besote, amiga, eres toda una pensadora sutil y profunda.
Eso es realmente lo que me pregunto…¿Donde quedan mis huellas?.
Tu reflexión me ha hecho pensar en lo vivido. Exámen de conciencia al punto.
Un abrazo Celeste.
Me uno a tu pensamiento Celeste!!… tantas cosas que pasamos y vemos, que damos por sentadas, por hechas. Las cosas pueden ser diferentes, pueden ser mejor, la avaricia puede hacerse a un lado, quitar las nubes de envidia y esclarecer nuestro paso, para ver el verdadero fin.Tantas cosas que no nos cuestionamos. Todo me llevaa reflexionar.. Un abrazo a la distancia Celete!!!